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CARTAS DESDE LA ESPERANZA









                         LA SOBERBIA



                           HUMANA ES


                        ABOMINABLE

                                                      bres es abominable ante Dios” (Lc 16, 15). La
                             PARA DIOS                grandeza enorgullecida por el ser humano tie-
                                                      ne poco recorrido pues se parece al que quiere
                                                      construir su casa en una nube o en un barrizal
                Nada hay más rastrero que la          de arena.
            postura que toma la soberbia y lo            Me viene a la memoria la descripción que
                   grave es cuando no se deja         hace un gran pensador: “El dinero es el ídolo
                                                      de nuestro tiempo. A él rinde homenaje instin-
                     aconsejar y mucho menos          tivo la multitud, la masa del ser humano. Estos

               corregir, entonces se endiosa y        miden la dicha según la fortuna, y, según la for-
                                                      tuna  también  miden  la  honorabilidad…  Todo
                        nada, ni nadie la puede       esto se debe a la convicción de que con la ri-
                        aparentemente vencer.         queza se puede todo. La riqueza por tanto es
                                                      uno de los ídolos de nuestros días, y la notorie-
                                                      dad es otro… La notoriedad, el hecho de ser re-
                                                ―     conocido y de hacer ruido en el mundo -lo que
                                 MONS. FRANCISCO PÉREZ  podría llamarse una fama de prensa- ha llega-
                              ARZOBISPO DE PAMPLONA - TUDELA  do a ser considerada como un bien en sí mismo,
                                                      un bien soberano, un objeto de verdadera ve-
                                                      neración” (San John Henry Newman, mix.5, so-
                                                      bre la santidad). La verdadera dicha no reside
                                                      ni en la riqueza o el bienestar, ni en la gloria hu-
                      nte las circunstancias que nos en-  mana o el poder, ni en ninguna obra humana,
                      contramos  existe  una
                      gran  tentación  y  es  la
                      soberbia,  oculta  pero  Si nos centramos en leyes que emanan de
                      muy  presente  en  las
                      ideologías que tanto se  los Parlamentos podemos decir que
           A promueven  y  se  vana-         quieren imponerse a la ley divina.
           glorian. Cuando se quiere aparentar
           como bondad lo que es contrario a
           ella  bien  se  puede  llamar,  como  dice  Cristo:  por útil que sea, ni en ninguna criatura, sino só-
           “Sepulcros  blanqueados”.  Es  contundente  el  lo en Dios, fuente de todo bien y de todo amor.
           Señor cuando observa la falsedad con la que se  Ésta es la experiencia de los santos.
           puede  aparentar  algo  que  no  se  tiene.  “Vos-  Dios tiene mucha paciencia y sabe esperar
           otros os hacéis pasar por justos delante de los  a fin de que el ser humano se convierta y en-
           hombres, pero Dios conoce vuestros corazones;  cuentre el camino auténtico y justo. Pero suce-
           porque lo que parece ser excelso ante los hom-  de que cuando se saltan las leyes naturales por


           4 • LA VERDAD
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