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OBITUARIO









                 El despacho de


                                don José

                                                ―
                             ALFREDO URZAINQUI HUALDE,
                                 DIRECTOR DE LA VERDAD







                 e nos ha ido Don José, sacerdote Sale-
                 siano con más de medio siglo en Pam-
           S plona  y  muchísimas  generaciones  de
           alumnos  a  los  que  sirvió  dando  clase,  confe-
           sando, saludando o, últimamente, ayudando a
           sentirse “casa” salesiana.
              Yo conocí a don José en los primeros años
           de  mi  vida.  Apenas  tenía  7  años  sin  cumplir  misterio un continente de un color y por el que
           cuando don José ya estaba en aquella nostálgi-  rezar. Allí me lo dio, en su despacho.
           ca EGB en la que ejercía de sacerdote, de pro-  Se nos ha ido discretamente, porque en el
           fesor y hasta de médico. En clase, con discipli-  fondo así fue su vida, estar sin hacer excesivos
           na y rectitud; de médico, si estabas malo o no  protagonismos,  pero  estando  junto  a  tantísi-
           ibas a clase y se interesaba, con una tierna pa-  mos cursos que han pasado por las escuelas de
           ternidad;  y  de  sacerdote  un  fiel  reflejo  del  Don Bosco.
           buen pastor al convocar las celebraciones para  A todos nos ha impresionado la reacción de
           poder confesarnos en aquella “sala de audio vi-  los  chavales  tras  su  muerte,  sus  escritos,  la
           sión”.                                     huella que dejó. Así es Dios nuestro Señor. En
              Fui creciendo bajo estas tres miradas suyas  Belén, cuando el pueblo estaba en sus asuntos
           y todas ellas convergían en un lugar especial  de una manera discreta y sencilla, Dios se en-
           en aquel pasillo de EGB, del antiguo colegio de  carna. Es su lógica.
           Salesianos, que era su despacho. Allí íbamos  El año pasado vino a confesar a mi parro-
           con todas las sensaciones menos con la sensa-  quia. Después, le llevé en coche a Sarriguren y
           ción de que era un despacho. Era, en realidad,  en  el  trayecto  me  confesó  que  quería  volver
           un hogar, un sitio donde los chavales nos reu-  más al estilo de Don Bosco. Cuidar el alma de
           níamos en los grupos misioneros o ADS  (Ami-  los  jóvenes,  confesarlos,  hacerse  querer  por
           gos Domingo Savio), ahí veíamos al salesiano  ellos, mostrarles a María Auxiliadora para que
           de Don Bosco que señalaba a Jesús, siempre  descubran  a  Jesucristo  Señor  de  todos  y  de
           como un amigo fiel a nuestro 10-12 años, y que  todo.  Que  buenos  consejos  sacerdotales  me
           teníamos que anunciar por el mundo como tan-  diste Don José. Tu cariño es impagable para mí
           tos misioneros salesianos que en la pared de  y para tus muchísimos antiguos alumnos. Há-
           aquel  despacho  habían  dejado  elementos  de  blales a Don Bosco y a María Auxiliadora de
           todos los países del mundo. Mi primer rosario  nosotros y que el buen pastor nos junte en el
           me lo regaló él. Era el rosario misionero, cada  Valdocco del cielo. Amén. ❏


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