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CARTAS DESDE LA ESPERANZA







                        IMITAR A LOS


            SANTOS NOS LLENA


                           DE ALEGRÍA



                    La santidad no es para las
             personas tristes y amargadas. Ni         cantos que contrastan con los de su Hijos Jesu-
                         para los que se quejan       cristo. Siempre es emocionante comprobar que
                                                      la religiosidad popular hace más humana la re-
            continuamente de que todo les va
                                                      lación personal y la alegría y el gozo se hace
                    mal. Tampoco para los que         presente  entre  todos  donde  la  fiesta  se  con-
             critican a quienes no son iguales        vierte en hermandad y fraternidad. También es
                                                      verdad  que  los  excesos  festeros  –en  muchas
             a ellos. Es la alegría que impulsa       ocasiones-  producen  malestar  y  todos  denun-
                     a hacer siempre el bien y        cian que eso no va con la verdadera fiesta. Una
              perdonar a todos. La alegría de         fiesta  verdadera  no  consiste  en:  “Pasárselo
                                                      bien, comer mucho y beber”. Ésta es la fiesta
             sentir que Dios es nuestro Padre         pasajera y que proporciona vacio interior si só-
                                                ―     lo se sustenta en ello.
                                                         Los santos han dado un salto de calidad y así
                                 MONS. FRANCISCO PÉREZ
                              ARZOBISPO DE PAMPLONA - TUDELA  lo expresan ellos mismos en sus testimonios y en
                                                      sus  escritos.  La  experiencia  más  profunda  que
                                                      realiza al ser humano es la conversión de lo ca-
                                                      duco a lo infinito que Jesucristo nos propone. No
                                                      son  los  afanes  de  este  mundo  que  pasan  tan
                                                      pronto como la niebla de la mañana; no son las
                     al vez resulte un poco extraño que  ataduras a la falaz y engañosa diversión que una
                     se llegue a afirmar que la vida de  vez acabada deja un sinsabor de amargura; no
                     los  santos  nos  llena  el
                     corazón  de  regocijo  y
                     alegría. Ahí tenemos las  Es impresionante observar que la vida de
                     fiestas  de  tantos  pue-
           T blos,  villas  y  ciudades.     los santos nunca pasa de moda porque
           De modo especial los tenemos pre-  llevan una luz que nadie la puede apagar.
           sentes durante las fiestas de verano  Pasan los siglos y los seguimos recordando.
           y no por menos durante el año. Son
           momentos de hacerles presentes en
           nuestras calles con las imágenes preciosas que  son los apetitos pasionales que prometan una fe-
           fomentan no sólo el patrimonio cultural de las  licidad aparente pero no real; no son las prome-
           mismas, sino la cercanía de un recuerdo de la  sas de las propuestas interesadas de paraísos in-
           experiencia amorosa de su entrega. Y no diga-  existentes que lo único que producen es hastío de
           mos cuando la protagonista es la Virgen María  la vida; no son los jolgorios desatados que a lo
           que aparenta llevarse la palma de los saludos y  único que conducen es a la desolación; no son las


           4 • LA VERDAD
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