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afirma un gran psiquiatra: “La apetencia del hom-  frimiento en la humanidad recuerda con certeza
         bre moderno es la de ser dichoso, buscando en la  a San Pablo y así lo expresa y da en la clave: “Es-
         dicha la evitación del dolor y no en la profundiza-  toy crucificado con Cristo y yo no vivo yo, es Cris-
         ción de su existencia… Esta dificultad se denomi-  to quien vive en mí.  Y aunque al presente vivo en
         na psicológicamente: Algofobia (=horror al sufri-  carne, vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó
         miento). La angustia del hombre contemporáneo  y se entregó por mí” (Gal 2, 19-20). La fe permi-
         es una angustia ontológica... El progreso le hace  te al autor de estas palabras conocer el amor que
         sentirse responsable ante la historia, pero se nie-  condujo a Cristo a la Cruz y si amó de este modo,
         ga a sentirse responsable ante Dios... El dialogar  sufriendo  y  muriendo,  entonces  por  su  padeci-
         con Dos transforma la frustración en humildad y  miento y su muerte vive en aquel al que amó así;
         la angustia en gracia” (J. J. López Ibor).  vive en el hombre. Y viviendo en él, a medida que
            Los teólogos hablan del silencio de Dios como  Pablo consciente de ello mediante la fe responde
         designio  de  Salvación.  Hoy  más  que  nunca,  el  con el amor a su amor, Cristo se une asimismo de
         hombre ha de habérselas con este misterio. De  modo especial al hombre mediante la cruz. Esta
         ahí la angustiosa pregunta que brota de nuestra  unión ha sugerido a Pablo en la misma carta a los
         incapacidad:  ¿Tiene  algún  sentido  todavía  diri-  Gálatas, palabras no menos fuertes: “Cuanto a
         girse a un Dios que calla y rezarle? En la cruz, Je-  mí, jamás me gloriaré a no ser en la cruz de nues-
         sucristo oraba en voz alta. Su grito desgarrador  tro  Señor  Jesucristo,  por  quien  el  mundo  está
         era la señal de su angustia: “Dios mío, Dios mío,  crucificado para mí y yo para el mundo” (Gal 6,
         ¿por  qué  me  has  abandonado?”  Aún  entonces  14). Solamente se puede, desde la fe, encontrar
         Dios no responde. Pero en ese grito de Jesucristo  la clave para encontrar una respuesta a nuestras
         están todos los gritos, abandonos, sufrimientos  preguntas al saber que Dios asume, como una es-
         de toda la humanidad.                       ponja,  todos  nuestros  dolores,  sufrimientos  y
            El Papa Juan Pablo II meditando sobre el su-  pecados desde la Cruz. ❏


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