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Santo que se nos ha dado.                   réis al Padre. Vosotros adoráis a uno que no co-
         En efecto, cuando nosotros estábamos aún sin  nocéis;  nosotros  adoramos  a  uno  que  conoce-
         fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por  mos, porque la salvación viene de los judíos. Pe-
         los  impíos;  ciertamente,  apenas  habrá  quien  ro se acerca la hora, ya está aquí, en que los ver-
         muera por un justo; por una persona buena tal  daderos adoradores adorarán al Padre en espíri-
         vez se atrevería alguien a morir; pues bien: Dios  tu y verdad, porque el Padre desea que lo ado-
         nos demostró su amor en que, siendo nosotros  ren así. Dios es espíritu, y los que lo adoran de-
         todavía pecadores, Cristo murió por nosotros.  ben hacerlo en espíritu y verdad».
                                                     La mujer le dice: «Sé que va a venir el Mesías, el
         Evangelio según San Juan 4, 5-42            Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo».
         En aquel tiempo, llegó Jesús a una ciudad de Sa-  Jesús le dice: «Soy yo, el que habla contigo».
         maría llamada Sicar, cerca del campo que dio Ja-  En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban
         cob a su hijo José; allí estaba el pozo de Jacob. Je-  de que estuviera hablando con una mujer, aun-
         sús, cansado del camino, estaba allí sentado jun-  que ninguno le dijo: «¿Qué le preguntas o de qué
         to al pozo. Era hacia la hora sexta.        le hablas?».
         Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Je-  La mujer entonces dejó su cántaro, se fue al pue-
         sús le dice: «Dame de beber».               blo y dijo a la gente: «Venid a ver un hombre que
         Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar  me ha dicho todo lo que he hecho; ¿será este el
         comida. La samaritana le dice: «¿Cómo tú, sien-  Mesías?».
         do judío, me pides de beber a mí, que soy sama-  Salieron  del  pueblo  y  se  pusieron  en  camino
         ritana?» (porque los judíos no se tratan con los  adonde estaba él. Mientras tanto sus discípulos
         samaritanos).                               le insistían: «Maestro, come».
         Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios  Él les dijo: «Yo tengo un alimento que vosotros
         y quién es el que te dice "dame de beber", le pe-  no conocéis».
         dirías tú, y él te daría agua viva».        Los discípulos comentaban entre ellos: «¿Le ha-
         La mujer le dice: «Señor, si no tienes cubo, y el  brá traído alguien de comer?».
         pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?;  Jesús les dice: «Mi alimento es hacer la voluntad
         ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos  del que me envió y llevar a término su obra. ¿No
         dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus  decís vosotros que faltan todavía cuatro meses
         ganados?».                                  para la cosecha? Yo os digo esto: levantad los
         Jesús  le  contestó:  «El  que  bebe  de  esta  agua  ojos y contemplad los campos, que están ya do-
         vuelve a tener sed; pero el que beba del agua  rados para la siega; el segador ya está recibien-
         que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua  do salario y almacenando fruto para la vida eter-
         que yo le daré se convertirá dentro de él en un  na: y así, se alegran lo mismo sembrador y se-
         surtidor de agua que salta hasta la vida eterna».  gador. Con todo, tiene razón el proverbio: uno
         La mujer le dice: «Señor, dame esa agua: así no  siembra y otro siega. Yo os envié a segar lo que
         tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sa-  no habéis trabajado. Otros trabajaron y vosotros
         carla».                                     entrasteis en el fruto de sus trabajos».
         Él le dice: «Anda, llama a tu marido y vuelve».  En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron
         La mujer le contesta: «No tengo marido».    en él por el testimonio que había dado la mujer:
         Jesús le dice: «Tienes razón, que no tienes mari-  «Me ha dicho todo lo que he hecho».
         do: has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu  Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le
         marido. En eso has dicho la verdad».        rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó
         La mujer le dice: «Señor, veo que tú eres un pro-  allí dos días. Todavía creyeron muchos más por
         feta. Nuestros padres dieron culto en este mon-  su predicación, y decían a la mujer:
         te, y vosotros decís que el sitio donde se debe  «Ya  no  creemos  por  lo  que  tú  dices;  nosotros
         dar culto está en Jerusalén».               mismos lo hemos oído y sabemos que él es de
         Jesús le dice: «Créeme, mujer: se acerca la hora  verdad el Salvador del mundo».
         en que ni en este monte ni en Jerusalén adora-


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