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pre. ¿Crees esto?».
                                                     Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el
                                                     Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al
                                                     mundo».
                                                     Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María,
                                                     diciéndole en voz baja: «El Maestro está ahí y te
                                                     llama».
                                                     Apenas lo oyó se levantó y salió adonde estaba él,
                                                     porque Jesús no había entrado todavía en la al-
                                                     dea, sino que estaba aún donde Marta lo había en-
                                                     contrado. Los judíos que estaban con ella en casa
         tro, hace poco intentaban apedrearte los judíos,  consolándola, al ver que María se levantaba y sa-
         ¿y vas a volver de nuevo allí?».            lía deprisa, la siguieron, pensando que iba al se-
         Jesús contestó: «¿No tiene el día doce horas? Si  pulcro a llorar allí. Cuando llegó María adonde es-
         uno camina de día no tropieza, porque ve la luz de  taba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole:
         este mundo; pero si camina de noche tropieza,  «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto
         porque la luz no está en él».               mi hermano».
         Dicho esto, añadió: «Lázaro, nuestro amigo, está  Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los ju-
         dormido; voy a despertarlo».                díos que la acompañaban, se conmovió en su es-
         Entonces  le  dijeron  sus  discípulos:  «Señor,  si  píritu, se estremeció y preguntó: «¿Dónde lo ha-
         duerme, se salvará».                        béis enterrado?».
         Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos cre-  Le contestaron: «Señor, ven a verlo».
         yeron que hablaba del sueño natural. Entonces Je-  Jesús  se  echó  a  llorar.  Los  judíos  comentaban:
         sús les replicó claramente: «Lázaro ha muerto, y  «¡Cómo lo quería!».
         me alegro por vosotros de que no hayamos esta-  Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los
         do allí, para que creáis. Y ahora vamos a su en-  ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que es-
         cuentro».                                   te muriera?».
         Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los de-  Jesús, conmovido de nuevo en su interior, llegó a
         más discípulos: «Vamos también nosotros y mu-  la tumba. Era una cavidad cubierta con una losa.
         ramos con él».                              Dijo Jesús: «Quitad la losa».
         Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días  Marta, la hermana del muerto, le dijo: «Señor, ya
         enterrado.  Betania  distaba  poco  de  Jerusalén:  huele mal porque lleva cuatro días».
         unos quince estadios; y muchos judíos habían ido  Jesús le replicó: «No te he dicho que si crees ve-
         a ver a Marta y a María para darles el pésame por  rás la gloria de Dios».
         su hermano. Cuando Marta se enteró de que lle-  Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los
         gaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María  ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque
         se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si  me  has  escuchado;  yo  sé  que  tú  me  escuchas
         hubieras estado aquí no habría muerto mi herma-  siempre; pero lo digo por la gente que me rodea,
         no. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a  para que crean que tú me has enviado».
         Dios, Dios te lo concederá».                Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, sal
         Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará».     afuera».
         Marta respondió: «Sé que resucitará en la resu-  El muerto salió, los pies y las manos atados con
         rrección en el último día».                 vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les
         Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida: el  dijo: «Desatadlo y dejadlo andar».
         que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el  Y muchos judíos que habían venido a casa de Ma-
         que está vivo y cree en mí, no morirá para siem-  ría, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.


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