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CARTAS DESDE LA ESPERANZA
JESUCRISTO NOS
ACOMPAÑA
SIEMPRE
manidad. Estábamos enfermos de nuestro
En la Semana Santa, los egoísmo y nos ha elevado a ser hijos de Dios.
cristianos vivimos y celebramos Estábamos doloridos por nuestras enfermeda-
la Pasión, Muerte y des y nos ha dado la salud espiritual como me-
dicina. Estábamos sin fuerzas para levantar-
Resurrección de Jesucristo, los nos y nos ha elevado para que podamos vivir
acontecimientos más en el Cielo.
Muchas son las razones para estar muy feli-
importantes en la historia de la
ces y, sobre todo, al saber que Jesucristo nos
humanidad. acompaña siempre eliminando el miedo. Él mis-
― mo se lo decía a los suyos: “Tened confianza,
soy yo, no tengáis miedo” (Mt 14, 27). Cuando
con fe vamos haciendo el camino de la vida,
MONS. FRANCISCO PÉREZ aunque nos encontremos en medio de las difi-
ARZOBISPO DE PAMPLONA - TUDELA cultades de la misma con sus luchas y proble-
mas, podemos escuchar en lo más hondo de
nuestra interioridad que el evangelio nos va ilu-
minando y fortaleciendo en cada momento con-
stamos viviendo y celebrando el creto o en cada situación en la que nos encon-
acontecimiento más importante en tremos. Y entonces bien se puede decir: “El Se-
la historia de la humanidad: La Pa- ñor es mi luz y mi salvación: ¿a quién temeré?
sión, Muerte y Resurrección de Je- El Señor es el refugio de mi vida: ¿de quién ten-
sucristo. Nada hay comparable, en dré miedo?” (Sal 27, 1). Este es el antídoto pa-
la vida del ser humano, como la ex- ra los temerosos, decaídos, los deprimidos, los
E periencia de Dios que se identifica angustiados y los cobardes. El antídoto contra
con nuestra vida sin perder la suya y ganando el miedo es la fe. Quien sigue a Jesucristo pier-
a la humanidad: humanándose. Es
el mismo Jesucristo quien nos hace
partícipes de la vida que estaba es- Con Cristo a nuestro lado no hemos de
condida en la Trinidad y él mismo temer nada ni a nadie, pues la victoria de
se ha encarnado, por obra del Espí-
ritu Santo, en el seno de la Virgen Dios está de nuestra parte
María. Estábamos solos y abando-
nados por el pecado y nos ha resca-
tado. Estábamos aturdidos por la esclavitud de el miedo y lo podemos constatar en los san-
de nuestra naturaleza caída y nos ha liberado. tos a través de la historia.
Estábamos sin fuerzas para vivir en caridad y En este tiempo de la Semana Santa bien
ha entregado su vida por amor a toda la hu- podemos afirmar, como lo hacía Isaías: “No te-
4 • LA VERDAD

