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EN PORTADA








                                                         María está en oración, cuando el arcángel
                             LA VIRGEN                Gabriel viene a traerle el anuncio a Nazaret. Su

                                                      “he aquí”, pequeño e inmenso, que en ese mo-
                      MARÍA, MUJER                    mento hace saltar de alegría a toda la creación,
                                                      ha estado precedido en la historia de la salva-
                                                      ción  de  muchos  otros  “he  aquí”,  de  muchas
                         DE ORACIÓN                   obediencias  confiadas,  de  muchas  disponibili-
                                                      dades a la voluntad de Dios. No hay mejor for-
                                                      ma de rezar que ponerse como María en una
                                                ―     actitud de apertura, de corazón abierto a Dios:
                                                      “Señor, lo que Tú quieras, cuando Tú quieras y
                                                      como Tú quieras”. Es decir, el corazón abierto
                                       PAPA FRANCISCO
                                  18 DE NOVIEMBRE DE 2020  a la voluntad de Dios. Y Dios siempre responde.
                                                      ¡Cuántos  creyentes  viven  así  su  oración!  Los
                                                      que son más humildes de corazón, rezan así:
                                                      con la humildad esencial, digamos así; con hu-
                                                      mildad  sencilla:  “Señor,  lo  que  Tú  quieras,
                   n nuestro camino de catequesis so-  cuando Tú quieras y como Tú quieras”. Y estos
                   bre la oración, encontramos a la Vir-  rezan así, no enfadándose porque los días están
                   gen  María,  como  mujer  orante.  La  llenos de problemas, sino yendo al encuentro
                   Virgen rezaba. Cuando el mundo to-  de la realidad y sabiendo que en el amor hu-
                   davía la ignora, cuando es una sen-  milde, en el amor ofrecido en cada situación,
                   cilla joven prometida con un hombre  nos convertimos en instrumentos de la gracia
           Ede la casa de David, María reza. Po-      de Dios. Señor, lo que Tú quieras, cuando Tú
           demos imaginar a la joven de Nazaret recogi-  quieras y como Tú quieras. Una oración senci-
           da en silencio, en continuo diálogo con Dios,  lla, pero es poner nuestra vida en manos del
           que  pronto  le  encomendaría  su  misión.  Ella  Señor: que sea Él quien nos guíe. Todos pode-
           está ya llena de gracia e inmaculada desde la  mos rezar así, casi sin palabras.
           concepción, pero todavía no sabe nada de su   La oración sabe calmar la inquietud: pero,
           sorprendente y extraordinaria vocación y del  nosotros  somos  inquietos,  siempre  queremos
           mar tempestuoso que tendrá que navegar. Al-  las cosas antes de pedirlas y las queremos en
           go  es  seguro:  María  pertenece  al
           gran grupo de los humildes de co-  En la Virgen María, la natural intuición
           razón  a  quienes  los  historiadores
           oficiales no incluyen en sus libros,  femenina es exaltada por su singular unión
           pero con quienes Dios ha preparado  con Dios en la oración. Por esto, leyendo el
           la venida de su Hijo.             Evangelio, notamos que algunas veces
              María no dirige autónomamente  parece que ella desaparece, para después
           su  vida:  espera  que  Dios  tome  las  volver a aflorar en los momentos cruciales
           riendas de su camino y la guíe don-
           de Él quiere. Es dócil, y con su dis-
           ponibilidad  predispone  los  grandes  eventos  seguida. Esta inquietud nos hace daño, y la ora-
           que involucran a Dios en el mundo. El Catecis-  ción  sabe  calmar  la  inquietud,  sabe  transfor-
           mo nos recuerda su presencia constante y aten-  marla en disponibilidad. Cuando estoy inquie-
           ta en el designio amoroso del Padre y a lo largo  to, rezo y la oración me abre el corazón y me
           de la vida de Jesús (cfr. CCE, 2617-2618).  vuelve disponible a la voluntad de Dios. La Vir-


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