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EN PORTADA
Jornada ueridos hermanos y hermanas:
Después de haber reflexionado,
en años anteriores, sobre los
de las verbos “ir, ver” y “escuchar” co-
mo condiciones para una buena
comunicación, en este Mensaje
Q para la LVII Jornada Mundial de
COMUNICACIONES las Comunicaciones Sociales quisiera centrar-
me en “hablar con el corazón”. Es el corazón el
que nos ha movido a ir, ver y escuchar; y es el
sociales corazón el que nos mueve a una comunicación
abierta y acogedora. Tras habernos ejercitado
en la escucha —que requiere espera y pacien-
cia, así como la renuncia a afirmar de modo pre-
juicioso nuestro punto de vista—, podemos en-
Este domingo 21 de mayo, trar en la dinámica del diálogo y el intercambio,
solemnidad de la Ascensión del que es precisamente la de comunicar cordial-
mente. Una vez que hayamos escuchado al otro
Señor, se celebra la 57º con corazón puro, lograremos hablar «en la ver-
Jornada Mundial de las dad y en el amor» (cf. Ef 4,15). No debemos te-
Comunicaciones Sociales. ner miedo a proclamar la verdad, aunque a ve-
ces sea incómoda, sino a hacerlo sin caridad,
«Hablar con el corazón, en la sin corazón. Porque «el programa del cristiano
verdad y en el amor» (Ef —como escribió Benedicto XVI— es un “cora-
zón que ve”». Un corazón que, con su latido, re-
4,15)» es el lema que propone vela la verdad de nuestro ser, y que por eso hay
el Santo Padre para la Jornada que escucharlo. Esto lleva a quien escucha a
de este año en el mensaje que sintonizarse en la misma longitud de onda, has-
ta el punto de que se llega a sentir en el propio
publicamos íntegro a corazón el latido del otro. Entonces se hace po-
continuación. sible el milagro del encuentro, que nos permite
mirarnos los unos a los otros con compasión,
acogiendo con respeto las fragilidades de cada
uno, en lugar de juzgar de oídas y sembrar dis-
cordia y divisiones.
Jesús nos recuerda que cada árbol se reco-
noce por su fruto (cf. Lc 6,44), y advierte que
«el hombre bueno, del buen tesoro de su cora-
zón saca lo que es bueno; y el hombre malo, de
su mal tesoro saca lo que es malo; porque de la
abundancia del corazón habla su boca» (v. 45).
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