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Por eso, para poder comunicar «en la verdad y los hombres creados a semejanza de Dios (cf. St
en el amor» es necesario purificar el corazón. 3,9). De nuestra boca no deberían salir palabras
Sólo escuchando y hablando con un corazón pu- malas, sino más bien palabras buenas «que re-
ro podemos ver más allá de las apariencias y su- sulten edificantes cuando sea necesario y hagan
perar los ruidos confusos que, también en el bien a aquellos que las escuchan» (Ef 4,29).
campo de la información, no nos ayudan a dis- A veces, el hablar amablemente abre una
cernir en la complejidad del mundo en que vivi- brecha incluso en los corazones más endureci-
mos. La llamada a hablar con el corazón inter- dos. Tenemos prueba de esto en la literatura.
pela radicalmente nuestro tiempo, tan propenso Pienso en aquella página memorable del capítu-
a la indiferencia y a la indignación, a veces so- lo XXI de Los novios, en el que Lucía habla con
bre la base de la desinformación, que falsifica e el corazón al Innominado hasta que éste, desar-
instrumentaliza la verdad. mado y atormentado por una benéfica crisis in-
terior, cede a la fuerza gentil del amor. Lo expe-
Comunicar cordialmente rimentamos en la convivencia cívica, en la que
Comunicar cordialmente quiere decir que la amabilidad no es solamente cuestión de bue-
quien nos lee o nos escucha capta nuestra par- nas maneras, sino un verdadero antídoto contra
ticipación en las alegrías y los miedos, en las es- la crueldad que, lamentablemente, puede enve-
peranzas y en los sufrimientos de las mujeres y nenar los corazones e intoxicar las relaciones.
los hombres de nuestro tiempo. Quien habla así La necesitamos en el ámbito de los medios para
quiere bien al otro, porque se preocupa por él y que la comunicación no fomente el rencor que
custodia su libertad sin violarla. Podemos ver exaspera, genera rabia y lleva al enfrentamien-
este estilo en el misterioso Peregrino que dialo- to, sino que ayude a las personas a reflexionar
ga con los discípulos que van hacia Emaús des- con calma, a descifrar, con espíritu crítico y
pués de la tragedia consumada en el Gólgota. siempre respetuoso, la realidad en la que viven.
Jesús resucitado les habla con el corazón, acom-
pañando con respeto el camino de su dolor, pro- La comunicación de corazón a corazón
poniéndose y no imponiéndose, abriéndoles la Uno de los ejemplos más luminosos y, aún hoy,
mente con amor a la comprensión del sentido fascinantes de “hablar con el corazón” está re-
profundo de lo sucedido. presentado en san Francisco de Sales, doctor
De hecho, ellos pueden exclamar con alegría
que el corazón les ardía en el pecho mientras Él
conversaba con ellos a lo largo del camino y les
explicaba las Escrituras (cf. Lc 24,32). No debemos tener miedo a
En un periodo histórico marcado por polari-
zaciones y contraposiciones —de las que, la- proclamar la verdad, aunque
mentablemente, la comunidad eclesial no es in- a veces sea incómoda, sino a
mune—, el compromiso por una comunicación hacerlo sin caridad, sin
“con el corazón y con los brazos abiertos” no
concierne exclusivamente a los profesionales de corazón. Porque «el programa
la información, sino que es responsabilidad de del cristiano es un corazón
cada uno. Todos estamos llamados a buscar y a
decir la verdad, y a hacerlo con caridad. A los que ve». Un corazón que, con
cristianos, en especial, se nos exhorta continua- su latido, revela la verdad de
mente a guardar la lengua del mal (cf. Sal nuestro ser, y que por eso hay
34,14), ya que, como enseña la Escritura, con la
lengua podemos bendecir al Señor y maldecir a que escucharlo.
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