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ORACIÓN














                               EL ABRAZO



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                              TEXTO: SANTIAGO ARELLANO
                          ILUSTRACIÓN: MENCHU LARRAYOZ
                                                      detrás de la escena central. Las palabras que
                                                      nos  escribes  a  mano  nos  dan  alguna  pista.
                                                      Nuestro  Dios  sale  corriendo  a  nuestro  en-
                                                      cuentro cuando como hijos pródigos regresa-
                                                      mos a la casa del Padre. Conmovedora visión
                                                      de un Dios que pone por encima de la justicia
                        uerida  Menchu:  El  encuentro  la misericordia. Con razón la puerta es reful-
                        con  nuestro  Dios  encarnado,  gente.
                        aquí  y  ahora,  es  más  fecundo  Tu segunda frase nos ofrece un nuevo sen-
                        que  conocer  al  dedillo  -decía-  tido. “Es el abrazo que nos rescata de la muer-
                        mos en mi niñez- el más sabio  te”.  ¿Creéis  que  existe  alguna  cuestión  más
                        de los estudios de teología. La  apremiante y universal que la muerte? Id al
           Q autenticidad  religiosa  no  se          mercado de las ideologías y encontraréis pan-
           mide por el conocimiento, sino por el corazón.  teísmos que nos reconducen a la Madre Tie-
           Me replicarás que no se puede amar lo que se  rra, como morada definitiva de la que el ser
           ignora; y es verdad; pero también reconoce-  humano salió; promesas de inmortalidad, su-
           rás que verdades tiene el corazón que la ra-  peración de la enfermedad y de la muerte tras
           zón no comprende. No es otro el fundamento  el señuelo de la eterna juventud. Todavía si-
           de la fe: verdades que nos llegan al corazón y  gue sonando entre nosotros aquello que ense-
           que nuestra razón no tiene capacidad de en-  ñaba Sartre “Somos una pasión inútil” somos
           tenderlas y menos como si fueran un teorema  Nada, lo que ya adelantó Quevedo “Nada, que
           matemático. La racionalidad de la fe abre en  siendo es poco y en breve será nada”. Frente
           cada  creyente  horizontes  de  esperanza  y  de  a este aluvión de palabrerías iridiscentes, se
           amor. En cuanto lo creído se hace vida, todo,  laza ante nosotros todavía una civilización mi-
           absolutamente  todo,  y  cuanto  más  insignifi-  lenaria que hacía visible la eternidad en todas
           cante más, adquiere valor y perspectivas de  las obra señeras que nos han legado.
           eternidad. La jerarquía de valores se reorga-  Gracias Menchu. Ante esa puerta incierta
           niza y de pronto se hace evidente que amar y  nos  colocas  a  la  vista  el  abrazo  de  todo  un
           ser amado es el requisito primero de la felici-  Dios, hecho de nuestra misma naturaleza hu-
           dad. No, no renuncio a conocer; pero quiero  mana, que como en susurro le dice a la niña,
           conocer para poder amar. Lo que mi corazón  y en ella a todos nosotros “el que cree en mí
           necesita tener la certeza alguien me ama has-  no morirá para siempre” o “Yo soy el pan vivo
           ta el extremo de dar su vida por mí. Por esto  el que coma de este pan no morirá para siem-
           me emocionan tus dibujos.                  pre.”  El  cielo  se  construye  también  aquí  y
              Yo no sé a primera vista qué cierra o qué  ahora, en el vivir de cada día. ❏
           abre  la  puerta  resplandeciente  que  aparece


           30 • LA VERDAD
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