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blime es que no puedo entenderlo” (Sal 139, 1-  sosiego del perdón misericordioso que elimina
         6).  La  sinceridad  es  la  manifestación  de  que  todo odio; son las tinieblas que se vuelven luz.
         aunque suponga la apertura interior no nos ha-  Se fían de Jesucristo: “Yo soy la luz del mundo;
         rá de menos sino que nos pondrá en el camino  el  que  me  sigue  no  andará  en  tinieblas,  sino
         de la conciencia de saber que Dios nos conoce  que tendrá la luz de la vida” (Jn 8, 12). En Cris-
         incluso hasta “los cabellos que tenemos en la  to el ser humano ha conseguido plena concien-
         cabeza” (Mt 10, 30). Por mucho que queramos  cia de su dignidad, de su elevación, del valor
         ocultar Dios nos conoce y espera que ponga-  trascendental de la propia humanidad, del sen-
         mos en él todos nuestros afanes y deseos.   tido de su existencia.
            Dios  conoce  nuestras  luchas  y  fatigas.  Nada oculto hay para Dios. No nos engañe-
         Quien se fía de Dios descubre que no existen ti-  mos pretendiendo ocultar a Dios nuestro que-
         nieblas puesto que viene vencidas por la luz:  hacer y obrar de nuestra vida. La libertad no se
         “Tampoco  las  tinieblas  son  para  ti  oscuras,  mide por nuestros pasos sino por nuestra ad-
         pues la noche brilla como el día, las tinieblas  hesión al diseño que Dios tiene sobre la huma-
         como la luz” Sal 139, 12). A Dios nada se le re-  nidad. Pretender buscar a Dios fuera de nos-
         siste puesto que “convierte en luminosidad las  otros  es  buscarnos  a  nosotros  mismos  con  el
         sombras” (Jb 12, 22). Éste es el consuelo que  egoísmo que idolatramos. Él está en lo más ín-
         viven los santos, puesto que la presencia con-  timo de nosotros mismos y de ahí que le adore-
         soladora de Dios nadie la puede ocupar sino só-  mos en “espíritu y verdad” (Jn 4, 24). La verda-
         lo y exclusivamente él. Y por dónde el pasa la  dera adoración debe ser tal que involucre todo
         luz resplandece. Los mártires en medio de las  nuestro corazón. Bien podemos decir entonces:
         tinieblas del dolor y el desprecio enarbolan el  “Mí Dios, Tú me conoces”. ❏


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