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LECTURAS








                     DOMINGO                 Dios  mismo  nos  resucitará.  Tú  en
                                             cambio no resucitarás para la vida.
                       XXXII DEL


                                             Salmos 16, 1. 5-6. 8b y 15
                          TIEMPO
                                             /R. Al despertar me saciaré
                  ORDINARIO                  de tu misericordia, Señor.

                                             Señor, escucha mi apelación,
                                             atiende a mis clamores,
                                             presta oído a mi súplica,
                                       ―     que en mis labios no hay engaño. R/
                                    CICLO C
                                             Mis pies estuvieron firmes
           2 Macabeos 7, 1-2. 9-14.          en tus caminos,
                                             y no vacilaron mis pasos.
           En aquellos días, arrestaron a siete  Yo te invoco
           hermanos con su madre. El rey los  porque tú me respondes, Dios mío;
           hizo azotar con látigos y nervios pa-  Inclina el oído
           ra forzarlos a comer carne de cerdo,  y escucha mis palabras. R/
           prohibida  por  la  ley.  El  mayor  de
           ellos habló en nombre de los demás:  Guárdame como a las niñas       Detalle de la
           ¿Qué pretendes sacar de nosotros?  de tus ojos,                      Resurrección
           Estamos  dispuestos  a  morir  antes  a la sombra de tus alas escóndeme.  de los
           que  quebrantar  la  ley  de  nuestros  Yo con mi apelación          cuerpos, de la
           padres.  El  segundo,  estando  para  vengo a tu presencia,          Capilla
           morir, dijo: Tú, malvado, nos arran-  y al despertar                 Sixtina.
           cas la vida presente; pero, cuando  me saciaré de tu semblante. R/
           hayamos  muerto  por  su  ley,  el  rey
           del  universo  nos  resucitará  para
           una vida eterna. Después se divertí-
           an con el tercero. Invitado a sacar la  Segunda carta de San Pablo a los
           lengua, lo hizo en seguida y alargo  Tesalonicenses 2, 16-3, 5
           las  manos  con  gran  valor.  Y  habló
           dignamente.  "De  Dios  las  recibí  y  Hermanos:  Que  Jesucristo  nuestro
           por sus leyes las despreció; espero  Señor y Dios nuestro Padre -que nos
           recobrarlas del mismo Dios." El rey  ha amado tanto y nos ha regalado un
           y su corte se asombraron del valor  consuelo permanente y una gran es-
           con  que  el  joven  despreciaba  los  peranza-  os  consuele  internamente
           tormentos. Cuando murió éste, tor-  y os dé fuerza para toda clase de pa-
           turaron de modo semejante al cuar-  labras y de obras buenas. Por lo de-
           to. Y cuando estaba a la muerte, di-  más, hermanos, rezad por nosotros,
           jo:  Vale  la  pena  morir  a  manos  de  para que la palabra de Dios siga el
           los hombres cuando se espera que  avance glorioso que comenzó entre


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