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maduro y comprometido, capaz de dar su contri-
                                                     bución específica a la misión eclesial, en el respe-
                                                     to de los ministerios y de las tareas que cada uno
                                                     tiene en la vida de la Iglesia y siempre en comu-
                                                     nión cordial con los obispos”.

                                                     “Laicos ‘competentes pueden juzgar con mayor
                                                     precisión y capacidad tanto las realidades espiri-
                                                     tuales como las temporales, de manera que toda
                                                     la Iglesia, fortalecida por todos sus miembros, re-
                                                     alice con mayor eficacia su misión para la vida del
                                                     mundo’ (cf. LG 37)”.

                                                     “Sentid como vuestro el compromiso de trabajar
                                                     para la misión de la Iglesia: con la oración, con el
                                                     estudio, con la participación en la vida eclesial,
                                                     con una mirada atenta y positiva al mundo, en la
                                                     búsqueda continua de los signos de los tiempos.
                                                     No  os  canséis  de  afinar  cada  vez  más,  con  un
                                                     serio y diario esfuerzo formativo, los aspectos de
                                                     vuestra peculiar vocación de fieles laicos, llama-
                                                     dos a ser testigos valientes y creíbles en todos los
                                                     ámbitos de la sociedad, para que el Evangelio sea
                                                     luz que lleve esperanza a las situaciones proble-
                                                     máticas, de dificultad, de oscuridad, que los hom-
         riquecernos con su pobreza (cf. 2 Co 8, 9)”.  bres de hoy encuentran a menudo en el camino
                                                     de la vida”.
         “Con todo, las persecuciones, a pesar de los sufri-
         mientos que provocan, no constituyen el peligro  12. Sobre la mujer en la vida de la sociedad y
         más  grave  para  la  Iglesia.  El  daño  mayor,  de  de la Iglesia: “La historia habla casi exclusiva-
         hecho, lo sufre por lo que contamina la fe y la vida  mente de las conquistas de los hombres, cuando,
         cristiana de sus miembros y de sus comunidades,  en realidad, una parte importantísima se debe a
         corrompiendo la integridad del Cuerpo místico,  la acción determinante, perseverante y beneficio-
         debilitando su capacidad de profecía y de testi-  sa de las mujeres”.
         monio, empañando la belleza de su rostro”.
                                                     “Desde el punto de vista teológico y antropológi-
         “La renovación en la Iglesia debe comenzar en  co, es importante que la mujer ocupe el centro del
         quien manda y extenderse al resto”.         cristianismo. A través de María y de las santas, lo
                                                     femenino  forma  parte  del  núcleo  de  la  religión
         11.  Sobre  los  laicos: “La  corresponsabilidad  cristiana”.
         exige  un  cambio  de  mentalidad  especialmente
         respecto al papel de los laicos en la Iglesia, que no  13. Ante el relativismo: “Hay también algo si-
         se  han  de  considerar  como  ‘colaboradores’  del  niestro que brota del hecho de que la libertad y la
         clero, sino como personas realmente «correspon-  tolerancia están frecuentemente separadas de la
         sables» del ser y del actuar de la Iglesia. Es im-  verdad. Esto está fomentado por la idea, hoy muy
         portante, por tanto, que se consolide un laicado  difundida, de que no hay una verdad absoluta que


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