Page 30 - Laverdad_4282
P. 30

SEMANA SANTA









                       DOMINGO DE                     Él contestó: «Id a la ciudad, a casa de quien vos-
                                                      otros sabéis, y decidle: "El Maestro dice: mi hora
                                                      está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con
                                    RAMOS             mis discípulos"».
                                                      Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús
                                                      y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la
                                                ―
                                                      mesa con los Doce. Mientras comían dijo: “En ver-
                                             CICLO A  dad os digo que uno de vosotros me va a entregar”.
                                                      Ellos muy entristecidos, se pusieron a preguntarle
                                                      uno tras otro: «¿Soy yo acaso, Señor?».
           Isaías 50, 4-7                             Él respondió: «El que ha metido conmigo la mano
           El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo;  en la fuente, ese me va a entregar. El Hijo del hom-
           para saber decir al abatido una palabra de aliento.  bre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel
           Cada mañana me espabila el oído, para que escu-  por quien el Hijo del hombre es entregado!, ¡más le
           che como los discípulos. El Señor Dios me abrió el  valdría a ese hombre no haber nacido!».
           oído; yo no resistí ni me eché atrás. Ofrecí la espal-  Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
           da a los que me golpeaban, las mejillas a los que  «¿Soy yo acaso, Maestro?».
           mesaban mi barba; no escondí el rostro ante ultra-  Él respondió: «Tú lo has dicho».
           jes y salivazos. El Señor Dios me ayuda, por eso no  Mientras comían, Jesús tomó pan y, después de pro-
           sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como  nunciar la bendición, lo partió, lo dio a los discípu-
           pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.  los y les dijo: “Tomad, comed: esto es mi cuerpo”.
                                                      Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gra-
           Filipenses 2, 6-11                         cias y dijo: «Bebed todos; porque esta es mi sangre
           Cristo, siendo de condición divina, no retuvo ávida-  de la alianza, que es derramada por muchos para
           mente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó
           de sí mismo tomando la condición de esclavo, he-
           cho semejante a los hombres.                 Salmo 21,8-9.17.18a.19-20.23-24.
           Y así, reconocido como hombre por su presencia,
           se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la  /R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abando-
           muerte, y una muerte de cruz.                nado?
           Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el
           Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nom-  Al verme, se burlan de mí,
           bre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la  hacen visajes, menean la cabeza:
           tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesu-  «Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
           cristo es Señor, para gloria de Dios Padre.  que lo libre si tanto lo quiere». R/


           Mateo 26, 14-27,66                           Me acorrala una jauría de mastines,
           En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Is-  me cerca una banda de malhechores;
           cariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:  me taladran las manos y los pies,
           «¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?».  puedo contar mis huesos. R/
           Ellos se ajustaron con él en treinta monedas de pla-
           ta. Y desde entonces andaba buscando ocasión pro-  Se reparten mi ropa,
           picia para entregarlo.                       echan a suerte mi túnica.
           El primer día de los Ácimos se acercaron los discí-  Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
           pulos a Jesús y le preguntaron: “¿Dónde quieres  fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R/
           que te preparemos la cena de Pascua?”.


           30 • LA VERDAD
   25   26   27   28   29   30   31   32   33   34   35