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vó las manos ante la gente, diciendo: «¡Soy inocen-  abandonado?»).
         te de esta sangre. Allá vosotros!».         Al oírlo algunos de los que estaban allí dijeron: «Es-
         Todo el pueblo contestó: «¡Caiga su sangre sobre  tá llamando a Elías».
         nosotros y sobre nuestros hijos!».          Enseguida uno de ellos fue corriendo, cogió una es-
         Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después  ponja empapada en vinagre y, sujetándola en una
         de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.  caña, le dio de beber. Los demás decían: «Déjadlo,
         Entonces los soldados del gobernador se llevaron a  a ver si viene Elías a salvarlo».
         Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda  Jesús, gritando de nuevo con voz potente, exhaló el
         la cohorte: lo desnudaron y le pusieron un manto  espíritu.
         de color púrpura y, trenzando una corona de espi-  Entonces el velo del templo se rasgó en dos de arri-
         nas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una ca-  ba abajo; la tierra tembló, las rocas se resquebra-
         ña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodi-  jaron, las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de
         lla, se burlaban de él diciendo: «¡Salve, rey de los  santos que habían muerto resucitaron y, saliendo
         judíos!».                                   de las tumbas después que él resucitó, entraron en
         Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpea-  la ciudad santa y se aparecieron a muchos.
         ban con ella la cabeza. Y, terminada la burla, le qui-  El centurión y sus hombres, que custodiaban a Je-
         taron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a  sús, al ver el terremoto y lo que pasaba, dijeron ate-
         crucificar.                                 rrorizados:  «Verdaderamente  este  era  Hijo  de
         Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, lla-  Dios».
         mado Simón, y lo forzaron a llevar su cruz.  Había allí muchas mujeres que miraban desde le-
         Cuando  llegaron  al  lugar  llamado  Gólgota  (que  jos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Ga-
         quiere decir lugar de «la Calavera»), le dieron a be-  lilea para servirlo; entre ellas, María la Magdalena
         ber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no qui-  y María, la madre de Santiago y José, y la madre de
         so beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron  los hijos de Zebedeo. Al anochecer llegó un hombre
         su ropa echándola a suertes y luego se sentaron a  rico de Arimatea, llamado José, que era también
         custodiarlo. Encima de la cabeza colocaron un le-  discípulo de Jesús. Este acudió a Pilato a pedirle el
         trero con la acusación: «Este es Jesús, el rey de los  cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entrega-
         judíos».                                    ran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió
         Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la dere-  en una sábana limpia, lo puso en su sepulcro nue-
         cha y otro a la izquierda. Los que pasaban, lo inju-  vo que se había excavado en la roca, rodó una pie-
         riaban,  y,  meneando  la  cabeza,  decían:  «Tú  que  dra grande a la entrada del sepulcro y se marchó.
         destruyes el templo y lo reconstruyes en tres días,  María la Magdalena y la otra María se quedaron
         sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la  allí sentadas enfrente del sepulcro.
         cruz».                                      A la mañana siguiente, pasado el día de la Prepara-
         Igualmente los sumos sacerdotes con los escribas  ción, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los
         y los ancianos se burlaban también diciendo: «A  fariseos  a  Pilato  y  le  dijeron:  «Señor,  nos  hemos
         otros ha salvado y él no se puede salvar. ¡Es el Rey  acordado de que aquel impostor estando en vida
         de Israel!, que baje ahora de la cruz y le creeremos.  anunció: "A los tres días resucitaré". Por eso ordena
         Confió en Dios, que lo libre si es que lo ama, pues  que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea
         dijo: "Soy Hijo de Dios"».                  que vayan sus discípulos, se lleven el cuerpo y digan
         De la misma manera los bandidos que estaban cru-  al pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos". La
         cificados con él lo insultaban.             última impostura sería peor que la primera».
         Desde la hora sexta hasta la hora nona vinieron ti-  Pilato contestó: «Ahí tenéis la guardia: id vosotros
         nieblas sobre toda la tierra. A la hora nona, Jesús  y asegurad la vigilancia como sabéis».
         gritó con voz potente: «Elí, Elí, lemá sabaqtaní?».  Ellos aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y
         (Es decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has  colocando la guardia.


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