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tianos, cualquier vocación a la que alidad con la hondura de quien pone
Dios les llame, realizarán su vocación su vida en lo fundamental y definiti-
apreciando y afirmando que es im- vo: Somos templo de Dios y herede-
portante entrar en la vida interior. ros de su reino de amor que perdura
Es la plegaria del corazón; en- por siempre y eternamente. Pero pa-
trando con fe en su propio corazón, el ra conseguirlo se requiere un entre-
ser humano se une allí a la presencia namiento que los contemplativos vi-
de Dios como el Otro. “El centro más ven con alegría y entrega generosa. Y
profundo del alma, es Dios” (San no sólo para sí sino para favorecer-
Juan de la Cruz, Llama de amor viva, nos, con su vida de oración, que ofre-
1, 3). La contemplación tiene su raíz cen como el “aire para nuestros pul-
en el encuentro con Dios, en lo “más mones”. La “celda interior” es el cen-
íntimo a nosotros que nosotros mis- tro donde se sustentan para que Dios
mos”, como experimentó San Agustín se aposente y lo realizan de una ma-
cuando se convirtió de su mala vida nera muy sencilla y sin estridencias.
pasada al encuentro con Jesucristo. “En el palacio pequeñito de mi alma
La vida de los contemplativos son cabe tan gran Rey, que no le deje so-
un signo de auténtico humanismo lo” decía Santa Teresa de Jesús. ❏
puesto que nos enseñan a mirar la re-
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