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NADIE COMO JESÚS
ay un juego de niños que EL ARTE DE
me encanta. En el, los niños
tienen que meter unas figu-
H ras en sus respectivos agu- ORDENAR
jeros. Hay un cuadrado, un circulo, una
estrella… y cada figura solo cabe en un
agujero. Es un juego que cualquier niño ―
aprende rápido (incluso algunos chim- PE(S)CADORES
pancés han aprendido a jugar).
Me gusta imaginar que en la vida ocu-
rre igual, que funciona con las mismas
leyes. Una figura es tu corazón, otra tus
proyectos, otra tu tiempo y otra tus emo-
ciones. ¿Y los agujeros? Las diferentes
personas que conoces en tu vida.
¿Y sabes otra cosa?, he visto a gente
especialmente buena en hacerlo todo
mal. El corazón se lo entregan a quien
peor lo trata. Su tiempo a los que menos
lo aprecian, a los que ni siquiera lo bus-
caban de vuelta. Su trabajo a proyectos
que no encajan con ellos. Y su personali-
dad a personas que ni les importa, ni co-
nocen su historia.
Pero también he visto como muchos
de ellos terminan por fijarse más y apren-
der a jugar. Y al final, terminan amando a
quien también les ama, terminan dando
su tiempo a quien busca pasarlo con ellos,
sus proyectos son su pasión y su persona-
lidad crece con la gente que quieren.
Pues bien, esa gente, por muy dife-
rente que sean sus historias, por muchas
más veces que sigan liándola, intentando
meter fichas en huecos que no son, a
todos ellos les ha enseñado el mismo a
aprender a jugar… se llama Jesús.
Definitivamente este juego es la leche.
Y tu aun estas a tiempo de jugar bien.
Yo aun estoy aprendiendo, paso a
paso. Pero desde luego con Dios todo
encaja mucho mejor que antes. Y gra-
cias a que te presta su mirada, eres
capaz de no juzgar a los agujeros que
han podido hacer una grieta en tu ficha
y a rezar por ellos. ❏
LA VERDAD • 25