Page 32 - Laverdad_4282
P. 32
LITERATURA
POÉTICA la nada. Suya o no, lo admirable es que la vi-
da cotidiana se ha convertido en ocasión para
la belleza. Su mirada apresada en la palabra
― nos enseña a vivir.
SANTIAGO ARELLANO Lo admiro por su serena confesión de su
fe. Pero no es poeta por las verdades católicas
que expresa, sino porque domina el arte de la
palabra hasta emocionar las entretelas del al-
ma de quien se acerca a su obra. La belleza
estas alturas de mi vida puedo exige siempre el esplendor de la forma. Sin el
confesaros que es Miguel D’Ors dominio de la expresión no se puede hablar
uno de esos contados grandes de arte. Hoy que el contenido se ha reducido
poetas que me han hecho pasar a subjetivismo y opinión podría parecer que
momentos inolvidables. Sin du- todo vale. Como afirmaban los tratadistas clá-
da es un poeta católico. Lo con- sicos y el propio don Miguel ha repetido en
A fiesa con la misma naturalidad numerosas ocasiones, el esplendor ha de es-
que vive y escribe su poesía. Pero la fe no ha- tar al servicio de la verdad: splendor veritatis.
ce al artista como tampoco la incredulidad o En este sentido, la mirada de Miguel D’Ors
la vinculación a cualquiera de las ideología de abre perspectivas de esperanza a nuestra
nuestro tiempo. Al poeta lo hace la palabra desorientada humanidad.
bien es verdad que al servicio de lo humano Fijémonos, por ejemplo, con qué sencillez
permanente. Como confiesa Gerardo Diego y profundidad expone las claves de su estéti-
en Poema sin palabras: ca o, si se prefiere, de su concepto y valora-
ción de la poesía en su poema “Poética”.
Voy a romper la pluma. Ya no la necesito. El arranque del poema no puede ser más
Lo que mi alma siente yo no lo sé decir. luminoso y sugestivo. La primera palabra me
Persigo la palabra y solo encuentro un grito invita a no llegar a la belleza con las manos o
roto, inarticulado, que nadie quiere oír. con los sentidos, sino con el pensamiento, pe-
ro no para entender el misterio que soporta fí-
Tu, Señor, que a los mudos ordenabas hablar, sicamente las ramas, sino para poder captar
y ellos te obedecían. Pues mi alma concibe cómo esas ramas embellecían el vivir (no la
bellas frases sin forma, házmelas tu expresar. vida sino el vivir), con tal delicada belleza que
Ordénale ya "Habla" al poeta que en mi vive. los pájaros aprendían los gorjeos de su canto
no solo en las ramas sino en lo limpio del aire
Insistiré en repetir que la inspiración de de un rincón de este viejo planeta. Perfecto.
D’Ors brota de su vivir. Su poesía rezuma ver- Qué placidez.
dad y vida pero, como él ha advertido en el Es el otoño. La hojarasca -ojo al dato- no
prólogo de sus Obras completas ,“ni mis poe- afea ni llena de tono elegíaco el desenlace de
mas deben leerse como capítulos autobiográ- su existencia, contribuye a la fecundidad del
ficos ni mi hábito de ficharlos, como ya he ex- mundo. La mirada barroca hubiera destacado
plicado –pero al parecer con poco éxito— en lo efímero de todo, su final de podredumbre y
alguna otra ocasión, aspira a que se sigan en de muerte. Miguel resalta que todo encaja en
ellos las vicisitudes de mi vida personal, sino la armonía del universo. La hojarasca contri-
las de mi biografía literaria… Otra cosa es buye a la fecundidad.
que en mis versos haya elementos autobio- No acentúa ni dramatiza la tala de los ár-
gráficos”. Naturalmente. Nadie escribe desde boles. No habla de exterminios ni de explota-
32 • LA VERDAD