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LITERATURA









                                POÉTICA            la nada. Suya o no, lo admirable es que la vi-
                                                   da cotidiana se ha convertido en ocasión para
                                                   la belleza. Su mirada apresada en la palabra
                                             ―     nos enseña a vivir.
                                SANTIAGO ARELLANO     Lo admiro por su serena confesión de su
                                                   fe. Pero no es poeta por las verdades católicas
                                                   que expresa, sino porque domina el arte de la
                                                   palabra hasta emocionar las entretelas del al-
                                                   ma de quien se acerca a su obra. La belleza
                      estas alturas de mi vida puedo  exige siempre el esplendor de la forma. Sin el
                      confesaros que es Miguel D’Ors  dominio de la expresión no se puede hablar
                      uno  de  esos  contados  grandes  de arte. Hoy que el contenido se ha reducido
                      poetas que me han hecho pasar  a subjetivismo y opinión podría parecer que
                      momentos inolvidables. Sin du-  todo vale. Como afirmaban los tratadistas clá-
                      da es un poeta católico. Lo con-  sicos y el propio don Miguel ha repetido en
           A fiesa con la misma naturalidad        numerosas ocasiones, el esplendor ha de es-
           que vive y escribe su poesía. Pero la fe no ha-  tar al servicio de la verdad: splendor veritatis.
           ce al artista como tampoco la incredulidad o  En este sentido, la mirada de Miguel D’Ors
           la vinculación a cualquiera de las ideología de  abre  perspectivas  de  esperanza  a  nuestra
           nuestro tiempo. Al poeta lo hace la palabra  desorientada humanidad.
           bien es verdad que al servicio de lo humano  Fijémonos, por ejemplo, con qué sencillez
           permanente.  Como  confiesa  Gerardo  Diego  y profundidad expone las claves de su estéti-
           en Poema sin palabras:                  ca o, si se prefiere, de su concepto y valora-
                                                   ción de la poesía en su poema “Poética”.
           Voy a romper la pluma. Ya no la necesito.   El arranque del poema no puede ser más
           Lo que mi alma siente yo no lo sé decir.   luminoso y sugestivo. La primera palabra me
           Persigo la palabra y solo encuentro un grito   invita a no llegar a la belleza con las manos o
           roto, inarticulado, que nadie quiere oír.  con los sentidos, sino con el pensamiento, pe-
                                                   ro no para entender el misterio que soporta fí-
           Tu, Señor, que a los mudos ordenabas hablar,  sicamente las ramas, sino para poder captar
           y ellos te obedecían. Pues mi alma concibe  cómo esas ramas embellecían el vivir (no la
           bellas frases sin forma, házmelas tu expresar.  vida sino el vivir), con tal delicada belleza que
           Ordénale ya "Habla" al poeta que en mi vive.  los pájaros aprendían los gorjeos de su canto
                                                   no solo en las ramas sino en lo limpio del aire
              Insistiré en repetir que la inspiración de  de un rincón de este viejo planeta. Perfecto.
           D’Ors brota de su vivir. Su poesía rezuma ver-  Qué placidez.
           dad y vida pero, como él ha advertido en el  Es el otoño. La hojarasca -ojo al dato- no
           prólogo de sus Obras completas ,“ni mis poe-  afea ni llena de tono elegíaco el desenlace de
           mas deben leerse como capítulos autobiográ-  su existencia, contribuye a la fecundidad del
           ficos ni mi hábito de ficharlos, como ya he ex-  mundo. La mirada barroca hubiera destacado
           plicado –pero al parecer con poco éxito— en  lo efímero de todo, su final de podredumbre y
           alguna otra ocasión, aspira a que se sigan en  de muerte. Miguel resalta que todo encaja en
           ellos las vicisitudes de mi vida personal, sino  la armonía del universo. La hojarasca contri-
           las  de  mi  biografía  literaria…  Otra  cosa  es  buye a la fecundidad.
           que en mis versos haya elementos autobio-  No acentúa ni dramatiza la tala de los ár-
           gráficos”. Naturalmente. Nadie escribe desde  boles. No habla de exterminios ni de explota-


           32 • LA VERDAD
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