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FAMILIA
LIBERTAD, no y la desesperanza. Por este motivo, nuestra
vocación familiar nos debe impulsar a escuchar
las necesidades de las mismas, acompañarles en
DIGNIDAD Y la superación de sus dificultades, promover la
paz, la justicia, la dignidad, el amor y verdad del
BIENESTAR PARA Evangelio, frente a la desinformación que a me-
nudo transmiten las redes sociales y el Internet
al respecto.
En concreto, a las familias cristianas nos in-
LAS FAMILIAS cumbe ayudar a otras familias a elaborar un pro-
yecto de vida conyugal y familiar que les permita
― vivir conforme a las exigencias del Evangelio; a
ROBERT KIMBALL tomar conciencia de la importancia de aplicar va-
lores y virtudes cristianos en el hogar, sobre todo
en la educación de los hijos en la fe; a participar
en redes de apoyo para familias con dificultades
de todo tipo (espiritual, económico, laboral, de
or medio de estos artículos hemos convivencia, etc) y a desarrollar una conciencia
resaltado la amplia gama de retos y social que les permita defender los derechos de
necesidades importantes que la familia y la visión cristiana del matrimonio y de
afrontan las familias cristianas en la familia, además de fomentar la presencia de
medio de una situación muy difícil los laicos en la vida pública. La gran cantidad y
en lo espiritual, económico, laboral, variedad de necesidades existentes hacen posi-
P educativo y social. En una sociedad ble que todas las familias podamos prestar algún
cada vez más dominada por el individualismo, el tipo de apoyo a las familias que sufren. ❏
materialismo y el hedonismo, muchas familias se
ven privadas de su libertad, dignidad y bienestar.
Se les arrebata su libertad cuando los padres no
pueden elegir libremente la clase de educación
que desean para sus hijos o algunos sectores po-
líticos y sociales pretende suplantar a los padres
como los primeros y principales educadores de
sus hijos. Las familias ven pisoteada su dignidad
cuando la institución familiar es tratada como ca-
duca y obsoleta y sus valiosas aportaciones a la
sociedad son ignoradas. Finalmente, el bienestar
de muchas familias corre peligro cuando el des-
empleo y las desigualdades sociales les impiden
mantener un nivel de vida digno.
Lógicamente, muchas familias tienden a en-
cerrarse en sí mismas a fin de centrarse en sus
propios problemas. No obstante, la misión que
Dios ha encomendado a las familias cristianas
consiste también en ocuparnos de las necesida-
des de otras familias, sobre todo de aquellas fa-
milias de nuestro entorno que sufren el abando-
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