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que estaban sometidas por ciertas convenciones
                                                     sociales. Contribuyó al desarrollo y buen término
                                                     de actividades económicas en el valle, actividades
                                                     textiles, por ejemplo. Ayudó a personas margina-
                                                     das por su escasa formación educativa a realizar
                                                     gestiones ante las administraciones para obtener
                                                     prestaciones y recursos económicos. Cedió provi-
                                                     sionalmente  estancias  parroquiales  para  aloja-
                                                     miento de personas desahuciadas y rechazadas
                                                     por la sociedad. Se preocupó especialmente por
                                                     los ancianos a los que mimaba y cuidaba espiri-
                                                     tualmente, facilitándoles la confesión y la comu-
                                                     nión en sus domicilios, conversando y disfrutando
                                                     con ellos. Hay que recordar su participación rele-
                                                     vante, junto al ayuntamiento, en el momento de
                                                     impulsar y levantar la residencia de ancianos de
                                                     Eulate en el huerto parroquial, una iniciativa que
                                                     resultó muy positiva y beneficiosa para el valle y
         dicho patrimonio con tesón, aunque con dificulta-  su entorno. Siguió don José Luis y nos enseñó a
         des financieras en ocasiones, pero siempre contó  los parroquianos el ejemplo caritativo cristiano de
         con la ayuda desprendida y generosa de los pa-  San Martín de Tours montado a caballo partiendo
         rroquianos,  bien  fuera  mediante  realización  de  su capa con el pobre (que no era otro sino Cristo),
         trabajos físicos o mediante aportaciones moneta-  que tan cerca tenía y además por duplicado. Co-
         rias, siguiendo aquel dicho que a veces solía re-  mo bien sabemos este santo obispo francés es ti-
         cordar “hacer lo que se debe, aunque se deba lo  tular  de  las  iglesias  parroquiales  de  Eulate,  el
         que se hace”. También solía decir, en los momen-  pueblo amescoano en cuya casa parroquial don
         tos de dificultad económica, “Las administracio-  José Luis vivía y desde la que administraba su cu-
         nes pueden fallar, pero nunca lo hacen los parro-  rato, y de San Martín, población, en la que nació
         quianos”. Conservó igualmente con especial mi-  un 22 de febrero de 1934, y esa iconografía es-
         mo y cariño la documentación y los libros parro-  cultórica del santo a caballo mostrando caridad
         quiales existentes, varios de ellos, desde el conci-  luce en el retablo mayor de Eulate y probable-
         lio de Trento, allá por la segunda mitad del siglo  mente lució en el de San Martín antes que la ac-
         XVI,  y  siempre  estuvo  disponible  para  quienes  tual talla del santo erguido y vestido de obispo.
         deseáramos analizarlos al igual que facilitó el ac-  Y nos enseñó también don José Luis el ejemplo
         ceso a las iglesias y ermitas, no solo para el culto,  cristiano y el manto protector de María y de tan-
         función primordial, sino también para su estudio  tos santos venerados en las parroquias amescoa-
         artístico y cultural.                       nas: san Cristóbal, titular de la iglesia de Larrao-
            Una de las caras destacadas de su alma polié-  na, Nuestra Señora de la Asunción, titular de la
         drica fue la caridad cristiana, la misericordia, la  iglesia de Aranarache, san Miguel Arcángel, titu-
         humanidad de un cura rural, arraigado en su tie-  lar de la iglesia de Ecala y cómo no san Pedro
         rra natal, comprometido con sus feligreses y con  apóstol, patrón de Eulate. Sin olvidar a los santos
         su sociedad. Ayudó a determinadas personas ne-  titulares  de  diferentes  ermitas  amescoanas,  en
         cesitadas, agobiadas por dificultades económicas,  varias de las cuales compartió don José Luis infi-
         a sobrevivir, a superar las circunstancias adver-  nidad de romerías populares, saboreando en oca-
         sas, a buscar empleo, a dominar su desespera-  siones vinillo, sardinillas, pan y queso, con sus fe-
         ción, a vencer, en ocasiones, el repudio social al  ligreses: san Benito Abad, san Lorenzo, san Mi-


                                                                                     LA VERDAD • 23
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