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EL ARZOBISPO RESPONDE
a fe, en un gran aconteci-
miento que es la Resurrec-
ción de Jesucristo, no con-
tradice, para nada, a la ra-
zón. Más bien la ilumina
Muchas veces he para entenderlo mejor.
pensado que la L Nada hay más agradable
Resurrección de que tener la certeza de lo que Jesu-
cristo dijo a los suyos y hoy a nos-
Jesucristo fue una otros: “Ninguno de nosotros vive pa-
invención de los ra sí mismo, ni ninguno muere para
discípulos y se lo sí mismo; pues si vivimos, vivimos
para el Señor; y si morimos, mori-
han creído los mos para el Señor; porque vivamos o
ingenuos que se dejan muramos, somos del Señor. Para es-
to Cristo murió y volvió a la vida, pa-
manipular por la
ra dominar sobre vivos y muertos”
Iglesia. ¿Podría darme (Rm 14, 7-9). Durante siglos se han Nuestras
su versión como ido desarrollando distintos modos de cenizas o
dar respuesta a este hecho real so- nuestros
Obispo? bre la vida y la muerte. Nadie ha da- cuerpos, en la
do la mejor respuesta que la que nos Segunda
dio Jesucristo. Venida de
Si vamos a los epicúreos, en su fi- Jesucristo, al
losofía, negaban la inmortalidad del final de los
alma. Su filosofía consistía en buscar tiempos,
la felicidad, que consistía en llegar a resucitarán.
la tranquilidad y la serenidad me-
diante el hedonismo, esto es en el
placer eliminando el temor a los dio-
ses y a la muerte. Lo importante era
la relajación y la satisfacción perso-
nal renunciando a la familia, aleján-
dose de la sociedad y de la política.
En la época de San Pablo vemos que
visitó Atenas, y estaba en boga esta
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