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Nunca estamos preparados para
                                                     la enfermedad. Tenemos miedo
                                                     a la vulnerabilidad y la cultura
                                                     omnipresente del mercado nos
         portante que toda la Iglesia, también en lo que  empuja a negarla. No hay lugar
         se refiere a la enfermedad, se confronte con el  para la fragilidad. Y, de este
         ejemplo evangélico del buen samaritano, para  modo, el mal, cuando irrumpe y
         llegar a convertirse en un auténtico “hospital de  nos asalta, nos deja aturdidos.
         campaña”.  Su  misión,  sobre  todo  en  las  cir-  Puede suceder, entonces, que
         cunstancias históricas que atravesamos, se ex-
         presa, de hecho, en el ejercicio del cuidado. To-  los demás nos abandonen, o
         dos somos frágiles y vulnerables; todos necesi-  que nos parezca que debemos
         tamos esa atención compasiva, que sabe dete-  abandonarlos, para no ser una
         nerse, acercarse, curar y levantar. La situación  carga para ellos.
         de los enfermos es, por tanto, una llamada que
         interrumpe  la  indiferencia  y  frena  el  paso  de
         quienes avanzan como si no tuvieran hermanas
         y hermanos.                                 ción del samaritano al posadero. Jesús nos lo re-
            La Jornada Mundial del Enfermo, en efecto,  pite también a cada uno de nosotros, y al final
         no sólo invita a la oración y a la cercanía con los  nos exhorta: «Anda y haz tú lo mismo». Como
         que sufren. También tiene como objetivo sensi-  subrayé en Fratelli tutti, «la parábola nos mues-
         bilizar al pueblo de Dios, a las instituciones sa-  tra con qué iniciativas se puede rehacer una co-
         nitarias y a la sociedad civil sobre una nueva  munidad a partir de hombres y mujeres que ha-
         forma  de  avanzar  juntos.  La  profecía  de  Eze-  cen propia la fragilidad de los demás, que no de-
         quiel, citada al principio, contiene un juicio muy  jan que se erija una sociedad de exclusión, sino
         duro acerca de las prioridades de quienes ejer-  que se hacen prójimos y levantan y rehabilitan al
         cen el poder económico, cultural y de gobierno  caído, para que el bien sea común» (n. 67). En
         sobre el pueblo: «Ustedes se alimentan con la  realidad, «hemos sido hechos para la plenitud
         leche, se visten con la lana, sacrifican a las ove-  que sólo se alcanza en el amor. No es una opción
         jas más gordas, y no apacientan el rebaño. No  posible vivir indiferentes ante el dolor» (n. 68).
         han fortalecido a la oveja débil, no han curado a  Miremos  también  al  Santuario  de  Lourdes
         la enferma, no han vendado a la herida, no han  como  una  profecía,  una  lección  que  se  enco-
         hecho volver a la descarriada, ni han buscado a  mienda a la Iglesia en el corazón de la moder-
         la que estaba perdida. Al contrario, las han do-  nidad.  No  vale  solamente  lo  que  funciona,  ni
         minado con rigor y crueldad» (34,3-4). La Pala-  cuentan solamente los que producen. Las per-
         bra de Dios es siempre iluminadora y actual. No  sonas enfermas están en el centro del pueblo de
         sólo  en  su  denuncia,  sino  también  en  su  pro-  Dios, que avanza con ellos como profecía de una
         puesta. De hecho, la conclusión de la parábola  humanidad en la que todos son valiosos y nadie
         del buen samaritano nos sugiere cómo el ejerci-  debe ser descartado.
         cio de la fraternidad, iniciado por un encuentro  Encomiendo a la intercesión de María, Salud
         de tú a tú, puede extenderse a un cuidado or-  de los enfermos, a cada uno de ustedes, que se
         ganizado. La posada, el posadero, el dinero, la  encuentran enfermos; a quienes se encargan de
         promesa de mantenerse mutuamente informa-   atenderlos —en el ámbito de la familia, con su
         dos (cf. Lc 10,34-35): todo esto nos hace pensar  trabajo, en la investigación o en el voluntaria-
         en el ministerio de los sacerdotes; en la labor de  do—; y a quienes están comprometidos en for-
         los agentes sanitarios y sociales; en el compro-  jar vínculos personales, eclesiales y civiles de
         miso de los familiares y de los voluntarios, gra-  fraternidad. A todos les envío cordialmente mi
         cias a los cuales, cada día, en todas las partes  Bendición Apostólica. ❏
         del mundo, el bien se opone al mal.
            «Cuida de él» (Lc 10,35) es la recomenda-                           Papa Francisco


                                                                                     LA VERDAD • 27
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