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LITERATURA









                   LA VIOLACIÓN DE



                  LAS HIJAS DEL CID


                                                ―
                                    SANTIAGO ARELLANO






                    stamos ante un poema fruto de la cre-
                    ación del artista. No se trata de una
                    obra fiel a la realidad histórica. La ve-
                    rosimilitud es otra manera no menos
                    valiosa  de  convertir  la  ficción  en
                    maestra de la vida. La confusa situa-
           E ción en que nos movemos en nuestros
           días con asuntos tan distorsionados como la de-
           nominada ideología de género, me ha movido a
           seleccionar  uno  de  los  pasajes  más  crueles  de
           nuestra historia literaria, fácilmente asociable a la
           violencia de género o violencia también denomi-
           nada violencia machista. Pocos pasajes encontra-
           remos de crueldad extrema en nuestra literatura
           como en el que infligen los infantes de Carrión a
           las hijas del Cid. La frialdad con que actúan, in-  cipio natural de que el fin no justifica los medios.
           sensibles al dolor de unas jovencitas, recién sali-  Las  humillaciones  que  han  creído  recibir  en  el
           das de la infancia, nos obliga a preguntarnos qué  tiempo que sirvieron entre las huestes del Cid les
           ha pasado con su humanidad y, aún más, qué ha  ha movido a perpetrar la venganza en donde más
           pasado con su conciencia.                  dolor le podía causar a Don Rodrigo Diaz de Vivar.
              La  contienda  entre  dos  civilizaciones  queda  Casarse con sus hijas, consumar el matrimonio y
           reflejada en el modelo humano que se manifiesta  después despreciarlas hiriendo sus cuerpos hasta
           en este caso en los infantes de Carrión. Nacer pa-  dejarlas por muertas para que las fieras del ro-
           ra satisfacer apetencias. “Nada me parece justo lo  bledal de Corpes, terminen quitándoles la vida.
           que va contra mi gusto”. Los infantes de Carrión  En modo alguno se puede encasillar en lo que
           representan como prototipos el ser que tiene co-  hoy se llama confusamente violencia de género.
           mo fin conseguir la riqueza por cualquier medio.  El sexo y la crueldad se utiliza como instrumento
           Tener a toda costa. Un orgullo autosuficiente pa-  de violencia contra el padre. Tratan de destruir
           ra empoderar un yo ensimismado, para quien los  aquello que es inherente a la misión de los pa-
           demás solo son en la medida en que me sirven. Y  dres: educar a los hijos para aprender a amar y
           si no, sobran.                             para perfeccionar el mundo con el trabajo que por
              A los infantes de Carrión les mueve una valo-  vocación nos corresponde. En aquellos años, prin-
           ración desmedida de su linaje, una ambición no  cipalmente en relación con las hijas, propiciar un
           menos desmedida, y una ausencia total del prin-  buen matrimonio era tarea primordial de los pa-


           34 • LA VERDAD
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