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LA VIOLACIÓN DE LAS HIJAS DEL CID DOÑA
                                      ELVIRA Y DOÑA SOL


                                      “Mandaron cargar las acémilas con bienes en gran número,
                                      han recogido la tienda en que pasaron la noche,
                                      por delante se han ido sus criados todos,
                                      así lo mandaron los infantes de Carrión,
         dres. En este contexto hay que  que no quedase allí nadie, ni mujer ni varón,
         situar la escena  narrada. Y en  salvo sus dos mujeres, doña Elvira y doña Sol,
         este  contexto  cobran  un  valor  solazarse quieren con ellas a su satisfacción.
         admirable las palabras de supli-  Todos se habían ido, ellos cuatro estaban solos,
         ca que doña Sol les dirige a los  Tanta infamia planearon los infantes de Carrión:
         Infantes.                    —Tened por seguro, doña Elvira y doña Sol, que seréis escarnecidas
            “Cuando esto vieron las da-  aquí, en estos fieros montes,
         mas, hablaba doña Sol:       ……..
             —¡Don  Diego  y  don  Fer-  Irán estos recados al Cid Campeador,
         nando, os lo rogamos por Dios!  nosotros vengaremos con ésta la del león.—
            Dos espadas tenéis fuertes  Allí les quitan las túnicas y los mantones,
         y tajadoras,                 las dejan solo en el cuerpo la ropa interior.
            a una la llaman Colada y a la  Llevan espuelas calzadas los malos traidores,
         otra Tizón,                  con la mano cogen las cinchas resistentes y fuertes.
            cortadnos las cabezas, már-  Cuando esto vieron las damas, hablaba doña Sol:
         tires seremos las dos;       —¡Don Diego y don Fernando, os lo rogamos por Dios!
            moros y cristianos hablarán  Dos espadas tenéis fuertes y tajadoras,
         de esta cuestión,            a una la llaman Colada y a la otra Tizón,
             que por lo que merecemos  cortadnos las cabezas, mártires seremos las dos;
         no lo recibimos las dos.”    moros y cristianos hablarán de esta cuestión,
            Para Doña Sol y para su her-  que por lo que merecemos no lo recibimos las dos.
         mana la violencia que reciben  Tan grandes crueldades no cometáis con las dos;
         las  convierte  en  mártires,  en  si fuésemos golpeadas, os quedaréis sin honor,
         testigos del matrimonio, de un  os acusaran de ello en vistas o en cortes.—
         sacramento que en igualdad les  Lo que rogaban las damas de nada les valió,
         hizo compañeros y no esclavos,  entonces les empiezan a dar los infantes de Carrión,
         ni cosas que pueden ser usadas  con las cinchas corredizas las golpean sin compasión,
         y tiradas sin consecuencia algu-  con las espuelas agudas, que les causan gran dolor,
         na.  Son  mártires  para  cristia-  les rompían las camisas y las carnes a ellas dos.
         nos y moros, que no dejarán de  Clara salía la sangre sobre los bordados de oro,
         cantar la lección que su muerte  ya lo sienten ellas en sus corazones.
         ha de significar.            ¡Qué gran ventura sería, ojalá lo quisiese Dios,
            De poco les sirven sus pala-  que asomase ahora el Cid Campeador!
         bras. Pero su testimonio se con-  Mucho las golpearon, pues no tienen compasión,
         vierte en lección imperecedera.  ensangrentadas las camisas y las túnicas bordadas en oro.
         La  violencia,  venga  de  donde  Cansados están de herirlas ellos dos,
         venga es un mal. ¡Ay!, exclama  esforzándose ambos por cuál dará mejores golpes.
         el narrador si en ese momento  Ya no pueden hablar doña Elvira y doña Sol,
         apareciera El Cid. Pero la lec-  por muertas las dejaron en el robledo de Corpes.
         ción admirable no es tomarse la
         justicia  por  su  mano,  sino  lo-  Se les llevaron los mantos y las pieles de armiño,
         grar  que  la  Autoridad  resta-  las dejan desfallecidas en túnicas y en camisas
         blezca el honor familiar perdi-  a las rapaces del bosque y a las fieras temidas.
         do. No la espada sino El Rey en  Por muertas las dejaron, sabed, que no por vivas.
         Cortes.  La  Justicia  borra  el  ¡Qué ventura sería si asomase ahora el Cid Campeador!
         agravio. ❏


                                                                                     LA VERDAD • 35
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