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LITERATURA
EL COMBATE EN LAS
TIERRAS DE CARRIÓN
―
SANTIAGO ARELLANO
e de confesaros que cuando leo
un texto como el que os he selec-
cionado (nada menos que lo que
se llamaba “El juicio de Dios”, pa-
ra dirimir en última instancia un
caso de Justicia -en este caso la
H violencia cometida contra las hi-
jas del Cid-) procuraba al menos trabajarlo en dos
planos. Uno, en fidelidad al texto, respetando lo
más posible el sentido literal, como documento fi-
dedigno de una época. En segundo lugar una lec-
tura alegórica, que me permitiera acercar al pre-
sente los hechos pasados como comportamiento
ejemplar digno de tenerse en cuenta en la reali-
dad de cada alumno. ¿Acaso pretendía presentar
la guerra o como en este caso un combate cuerpo espléndida:
a cuerpo como modelo válido en nuestros días? “Embrazaban los escudos delante del corazón,
Nada más lejos de mis valores personales. La gue- bajan las lanzas, envuelta cada cual en su pendón,
rra, la violencia venga de donde venga es siempre las caras las inclinaron por encima del arpón,
un camino lamentable. Pero afrontar con fortale- a los caballos los pican con la espuela, y pareció
za y firmeza las adversidades es un bien que solo que todo el suelo temblaba cuando el ataque em-
se consigue con educación, constancia y fortale- pezó.”
za. Hábitos que se consiguen si se cultivan en el ¿Acaso ignoraban los peligros físicos que les
juego de cada día y digo juego, porque tanto en acechan? El combate era a muerte y bien conocí-
casa como en la escuela, todo lo que trasmitimos an la fortuna cambiante de las batallas. Tenían
a nuestros hijos o discípulos no es para la escuela que ir sin vacilar a por todas. De ello dependía su
ni incluso para la etapa inicial de la vida familiar, propia supervivencia. Pero su confianza no era
sino para el día siguiente en que el hijo y el alum- fruto de su orgullo, sino de la larga preparación
no entran en el ruedo de la vida. El verdadero para el modo de lucha que tenían que afrontar. Pe-
aprobado no nos lo dan los resultados del aula si- ro Bermúdez el primero en este combate, tiene di-
no la preparación competente para la vida. Os ficultades para hablar – tenía de apodo El Mudo-
pongo un ejemplo: al iniciar el combate a muerte pero sabe que no se ganan los combates con la
los tres valedores del derecho del Cid entran ani- fanfarronería que brota de la boca. A su contrin-
mosos en el campo de batalla. La descripción es cante ya le había dicho para abajar su altanería
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