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EDUCACIÓN








               ¿EDUCAR PARA EL                        do…”, “si se quieren…” pues vale). Pero esta tole-
                                                      rancia emana en el fondo de la indiferencia al ser
                                                      del otro. La tolerancia (“yo te tolero…”) es un vín-
              BIENESTAR O PARA                        culo pobrísimo. A lo sumo se espera que, en con-
                                                      trapartida, a uno le dejen montarse la vida a su
                         EL BIEN SER?                 gusto.
                                                         Además, desde el estar como argumento vital
                                                      no  son  bien  vistas  las  convicciones;  solo  caben
                                                ―     posturas. Tener convicciones suena a rígido, a ab-
                                                      soluto… Cambiar de convicciones resulta dema-
                                  ANDRÉS JIMÉNEZ ABAD
                                                      siado difícil. Ya no se pregunta “¿cuáles son sus
                                                      convicciones…?”, sino “¿cuál es su postura acer-
                                                      ca de…?” Porque cuando no se está bien, lo más
                                                      cómodo es cambiar de postura. Si las posturas se
                      ediendo  a  una  falsa  socialización,  mantienen durante un tiempo acaban cansando.
                      reducido el ser humano a mera uni-  Será preciso entonces cambiarlas con frecuencia,
                      dad de producción y de consumo, a  relativizarlas para estar más cómodos. Y así, casi
                      simple elemento del sistema social  imperceptiblemente, se sustituirá la ética por la
                      pastoreado por el Estado, sin refe-  estética e incluso por la simple cosmética... La re-
                      rencias trascendentes para su vida,  alidad se reemplaza por las apariencias. No im-
           C no puede aspirar más que a estar (y      porta hacer el bien, sino quedar bien. La aspira-
           cuando llegue la muerte… fin). ¿Recuerdan aque-  ción a la excelencia (a cultivar y dar lo mejor de
           llo de que el hombre es un “ser-para-la-muerte”,  sí) será desbancada por el glamour y por el afán
           una “pasión inútil”?...                    de convertirse en influencer.
              Pero si hemos venido al mundo solo para estar,  Sin embargo, se quiera o no, el hombre no ha
           la única aspiración posible es estar bien, un bien-  nacido para estar sino para ser. Y la educación ha
           estar regido en el fondo por el principio del deseo.  de ayudar, no al bienestar sino al bien ser, al per-
           Y como cada uno va a lo suyo y procura imponer  feccionamiento moral de la personalidad.
           sus deseos, el contenido de las normas sociales y  El ser humano es a un tiempo don y tarea. Se
           los valores que rigen la convivencia dependerán  nos han dado la existencia y la vida, así como el
           de quien ostente el poder político, económico y  privilegio mismo de ser humanos. La naturaleza
           mediático. Este es el trasfondo de la mentalidad  humana (hoy tan mal entendida y menospreciada)
           hoy dominante, que condiciona poderosamen-       es nuestro modo constitutivo de ser; nos
           te la tarea de educar priorizando en ella la          otorga un patrimonio de magníficas
           adaptación al entorno.                              capacidades y a la vez es una pauta que
              Todo cuanto se oponga al deseo (al pla-        nos marca la diferencia entre lo bueno
           cer, al éxito) se considerará represivo y po-     (lo humano) y lo malo (lo inhumano).
           co progresista. El utilitarismo, el relati-           Si no actuamos, si no crecemos y no
           vismo, el narcisismo y la superficiali-               educamos de acuerdo con lo que so-
           dad  configuran  así  el  panorama                    mos -personas, hombres, mujeres-,
           ético vigente.                                        surgirá la frustración, el sentimien-
              Y así, si se trata de estar bien,                  to de fracaso, el hastío, el desequili-
           en las relaciones interpersonales                     brio,  la  desesperanza,  que  son  la
           viene a regir una débil tolerancia                   consecuencia de una vida superficial
           (“si están bien así…”, “si así son                  e intrascendente. De un mero estar sin
           felices…”, “si es lo que han elegi-                (querer) ser. ❏


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