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LITURGIA
DEJADLAS QUE
CREZCAN JUNTAS
―
ALFREDO LÓPEZ VALLEJOS
n la conocida parábola del trigo
sembrado, empleada por Jesús tal
como nos relata el evangelista
Mateo (13,24-30), y ante la pre-
sencia de la cizaña, la solución
propuesta por los siervos de aquel
E amo hubiera podido parecer la
más razonable, eficaz y definitiva: "¿No sem- el mal en el mundo, e incluso dentro de nos-
braste buena semilla en tu campo?, ¿Cómo es otros mismos, a remitirnos al juicio de Dios.
que crece también cizaña?” Sin embargo, la No siempre resulta evidente resolver lo que es
respuesta del sembrador aparece como más absolutamente bueno, según nuestras limita-
sensata: “Dejadlas que ambas crezcan jun- das e interesadas apreciaciones.
tas”. Una solución que desafía nuestro afán de Confiar en Dios, el dueño del la siembra re-
suficiencia, que muchas veces aflora con apa- alizada sobre el mundo y tener la certeza de
riencia de obstinación e intolerancia: “¿Quie- que el poder de la buena semilla manifestará
res que vayamos a arrancarla?”. toda su eficacia en el momento de la siega, que
Sin embargo, la respuesta del
amo corresponde a la enseñanza
propuesta en la parábola de Jesús, Dejar crecer la cizaña, aprender a convivir
aunque sea ante el desconcierto y con el mal, nace de una sabiduría que
desasosiego de los cristianos de to- procede de Dios, y es fruto de un auténtico
dos los tiempos, al tomar concien-
cia de la presencia y hasta supre- discernimiento y de la prudencia.
macía del mal a lo largo y ancho del
mundo y de la historia humana.
También hoy pretenderíamos emplear méto- solo corresponde al Señor del sembrado y de la
dos más radicales y expeditivos. historia. Convivir con la cizaña no significa ig-
Nuestra capacidad de discernimiento pue- norarla, ni rehabilitarla o relativizar su presen-
de no coincidir con los planes de la providen- cia. Dejarla crecer, aprender a convivir con el
cia de Dios. Inconscientemente, pudiéramos mal, nace de una sabiduría que procede de
llegar a dañar incluso el trigo, obsesionados Dios, y es fruto de un auténtico discernimiento
por la cizaña. Aunque parezca extraño, el plan y de la prudencia. Es un don de Dios que, para
de Dios: “Dejadlas que ambas crezcan juntas”, nosotros, supone buenas dosis de ejemplaridad
nos orienta en la dirección de no anticipar los y humildad en el testimonio, confianza en la ac-
acontecimientos, de aprender a convivir con ción del Señor, perseverancia en la fe. ❏
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