Page 40 - Laverdad_4342
P. 40

EDUCACIÓN









                  SABER MANDAR:                      debemos poner todo nuestro cuidado en actuar

                                                     con la mejor intención y no perder los estribos ni
            CALMA Y ENERGÍA II                       las formas.
                                                        Hablemos ahora de la energía. Se trata de
                                                     saber hacerse querer y respetar. Ha de ir acom-
                                               ―     pañada  de  respeto,  tacto  y  condescendencia.
                                 ANDRÉS JIMÉNEZ ABAD  La energía, volvemos a insistir, no estará en gri-
                                                     tar, insultar, mirar de forma amenazante… Se
                                                     trata de:
                                                        a) Mandar sin suplicar. Convendrá dulcificar
                                                     algunas órdenes, pero ha de haber órdenes. La
                    alma, energía y entereza. Tres ac-  obediencia no se mantiene ante una persona in-
                    titudes o disposiciones ineludibles  segura de sí misma, carente de determinación en
                    para  ejercer  la  autoridad  en  la  las decisiones de importancia. Es un modo de dar
                    educación. Tres ingredientes de la  valor a lo que es preciso hacer.
                    necesaria firmeza. Calma: es me-    b) Mandar sin discutir. Cuando no conviene
                    jor  hablar  que  gritar,  reprender  detenerse en explicaciones o no existe seguri-
          C sin  insultar  ni  humillar,  mandar     dad de ser entendido en ese instante por el ni-
          sin atropellar, atendiendo al ritmo de madura-  ño, no hay que aceptar réplicas. Se debe buscar
          ción del niño o del joven, a su temperamento  otro momento, más sereno, para aclarar en pri-
          (si es muy primario, y perdemos la calma, ten-  vado la situación.
          dremos una mala contestación casi asegurada,  c) Mandar con claridad. Directrices claras y
          si  es  muy  secundario,  puede  “guardárnosla”,  adaptadas a la edad, la inteligencia y receptivi-
          ahondando en sentimientos de revancha, y la  dad  del  niño.  Evitar  expresiones  ambiguas  o
          herida perdurará por bastante tiempo, y en to-  que carezcan de la necesaria convicción.
          do  caso  se  interpretará  que  estamos  descar-  d) Mantener lo mandado. No cambiar las ór-
          gando  nuestro  mal  humor  o  prepotencia,  sin  denes a capricho, ni emplear diferente rigor se-
          entender otros motivos e intenciones).     gún el humor que se tenga en cada momento, ni
             También  hay  que  estar  atentos  a  las  cir-  establecer diferencias injustas. Desigualdades y
          cunstancias (conviene no emplear el mismo to-  rectificaciones desconciertan. Una vez tomada
          no en público o en privado, no aludir a cosas  una medida hay que mantenerla; la falta de per-
          que le hieran o humillen particularmente, no se  severancia en esta actitud debilita la autoridad.
          debe  corregir  cuando  hay  demasiada  tensión  Si el niño no merecía una corrección, por ejem-
          emocional…)                                plo,  no  había  que  habérsela  impuesto,  y  si  la
             No hay que pedir imposibles, seguramente  merecía debe cumplirla. La tendencia a modifi-
          convendrá disimular ciertos fallos de poca im-  car las órdenes hace pensar que éstas depen-
          portancia  para  intervenir  sólo  en  el  momento  den del capricho del educador.
          más oportuno. Conviene reducir las órdenes al  Nunca se insistirá lo bastante en la impor-
          mínimo. No se trata de controlar y ahogar las  tancia de cuidar mucho las condiciones mencio-
          energías naturales del niño o del joven, sino de  nadas. Esmerarse en ello, no cansarse de inten-
          orientarlas al mayor bien. María Montessori de-  tar actuar así, no sólo es educativo para nues-
          cía que hay que observarlo todo, y corregir po-  tros hijos o alumnos. Evidentemente, nosotros
          co y a su debido tiempo.                   mismos,  educadores,  nos  estaremos  autoedu-
             Como es lógico, esto se aprende. A veces nos  cando, puesto que estaremos puliendo nuestro
          pasaremos, otras nos quedaremos cortos… Pero  propio carácter. ❏


          40 • LA VERDAD
   35   36   37   38   39   40   41   42   43   44   45