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LA IGLESIA EN LA HISTORIA









                  LOS PADRES


              DE LA IGLESIA



                  EN ORIENTE


               (SIGLOS IV-V)


                                       ―
                           LUIS JAVIER FORTÚN





                       urante el siglo IV, des-
                       pués de que la Iglesia
                       alcanzara  su  libertad
                       mediante el edicto de
                       Milán (313), aparecie-
                       ron  un  conjunto  de
           D ilustres           personajes
           que unieron dos rasgos fundamenta-
           les por los que destacan: su contri-
           bución a las ciencias religiosas (teo-
           logía, filosofía, liturgia, oratoria…) y
           su santidad de vida, proclamada por
           la  Iglesia.  Fueron  generalmente  la fijación del canon de la Biblia, la
           obispos, que contribuyeron notable-  elaboración y comentario de las fór-
           mente a la formación de la doctrina  mulas  del  Credo,  la  fijación  de  los
           cristiana y a la transmisión de la rec-  principales  dogmas  referidos  a  la  San Basilio
           ta fe. Aunque su vigencia se extien-  Cristo y a Trinidad y la relación en-  dictando su
           de a veces hasta el siglo XII (inclu-  tre razón y fe.                doctrina, obra
           yendo hasta san Bernardo), resulta   Los Padres de la Iglesia florecie-  del sevillano
           más lógico situarlos hasta los siglos  ron tanto en Oriente como en Occi-  Francisco de
           VII y VIII, a lo largo de la época an-  dente.  Entre  los  Padres  Orientales  Herrera el
           tigua de la historia de la Iglesia.   cabe destacar a cuatro muy tempra-  Viejo (1639).
              Son  comentadores  incansables  nos. San Atanasio tuvo una vida lar-
           de las Sagradas Escrituras, que pro-  ga (295-373), marcada toda ella por
           curan combinar con la sabiduría ad-  la defensa de la verdad y del dogma,
           quirida en el ejercicio de sus cargos  que  le  acarreó  reiteradas  persecu-
           eclesiásticos y con el patrimonio cul-  ciones y, en cinco ocasiones, el des-
           tural  grecorromano.  Su  aportación  tierro. Defendió incansablemente la
           fue fundamental en varios terrenos:  divinidad de Jesucristo frente a los


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