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PREGÓN PASCUAL:


                                                                          Exulten por fin los coros
                                                                             de los ángeles,
                                                                       exulten las jerarquías del cielo,
                                                                          y por la victoria de Rey
                                                                              tan poderoso
                                                                        que las trompetas anuncien
                                                                              la salvación.

                                                                          Goce también la tierra,
                                                                      inundada de tanta claridad, y que,
                                                                           radiante con el fulgor
                                                                             del Rey eterno,
                                                                        se sienta libre de la tiniebla
                                                                         que cubría el orbe entero.

                                                                       En verdad es justo y necesario
                                                                        aclamar con nuestras voces
                                                                       y con todo el afecto del corazón
                                                                             a Dios invisible,
                                                                          el Padre todopoderoso,
                                                                            y a su único Hijo,
                                                                         nuestro Señor Jesucristo.

                                                                      Porque él ha pagado por nosotros
                                                                             al eterno Padre
                                                                            la deuda de Adán
                                                                         y, derramando su sangre,
                                                                            canceló el recibo
                                                                           del antiguo pecado.

                                                                        Porque éstas son las fiestas
                                                                      de Pascua, en las que se inmola
                                                                          el verdadero Cordero,
                                                                          cuya sangre consagra
                                                                         las puertas de los fieles.

                                                                            Ésta es la noche
                                                                         en que sacaste de Egipto
                                                                      a los israelitas, nuestros padres,
                                                                          y los hiciste pasar a pie
                                                                              el mar Rojo.
                                                                         ¡Qué noche tan dichosa!
                                                                       Sólo ella conoció el momento
                                                                          en que Cristo resucitó
                                                                           de entre los muertos.

                                                                            Ésta es la noche
                                                                         de la que estaba escrito:
                                                                      «Será la noche clara como el día,
                                                                      la noche iluminada por mí gozo.»

                                                                          ¡Qué noche tan dichosa
                                                                         en que se une el cielo con
                                                                                la tierra,
                                                                          lo humano y lo divino!



                                                                                     LA VERDAD • 45
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