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DÉCIMO TERCERA ESTACIÓN
JESUS ES BAJADO DE LA CRUZ
La vida en nuestro pobre mundo empezó para ti en bra-
zos de tu Madre, en aquella fría noche del establo. Fue
noche de gloria celestial, de estrellas, silencio, de magos
y de pastores. Tu Madre y el bendito José te presentaron
al mundo lleno de vida y bondad. En esta tarde, Cristo
del Calvario, los hombres te ponemos de vuelta en esos
mismos brazos. En Belén en sus brazos pequeño… y al
pie de la cruz en sus brazos muerto y humillado. ¡Quién
pudiera Madre, comprender el dolor de tu corazón! En la
cima de un monte, la humanidad de Cristo es arropada
en tu regazo como tantas veces, la Iglesia, intenta abra-
zar y alcanzar a cuerpos humillados, empobrecidos, in-
juriados, rechazados y malheridos por el azote de los
nuevos tiempos. Te despojamos oh Señor, finalmente,
¡de la vida! Así, mientras más subías al monte más ibas
abajándote y rebajándote hasta que, de ti, ya no quedó
nada. Pero ni entonces, ni hoy ni mañana nos podrán
despojar de lo que, al pie de la cruz nos dejaste, una Madre con los brazos abiertos.
R/. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Padre-
nuestro, Ave María, Glora.
DÉCIMO CUARTA ESTACIÓN
JESUS ES PUESTO EN EL SEPULCRO EN
ESPERA DE LA RESURRECCIÓN
¡Viernes Santo! ¡El día en que el hombre se deshizo
de Dios! Y, desde entonces, nuestros días se han
convertido en un trágico sábado santo. En horas de
ausencia y silencio de Dios. En un desierto donde an-
damos perdidos y, lo que es peor, en una oportunidad
para que el mal, las ideologías y los nuevos dioses,
acampen a sus anchas. ¿Es que el mundo marcha
mejor sin Dios? ¿O tal vez algunos lo manejan mejor
sin Él? Si Dios ha muerto, ¿de verdad vale la pena vi-
vir? Lo triste es que hoy masas de la humanidad ni
siquiera se toman la molestia de preguntarse de si
vive o ha muerto. Lo malo es que a muchos ya no les
da ni frio ni calor. Y eso….si que nos urge a salir de
nuestros sepulcros cómodos y dar razón de lo que
creemos y sentimos: ¡CRISTO VIVE! Y a nosotros eso
sí que no nos resulta indiferente. Y es que, Cristo,
nos deja a veces fríos y a veces es fuego abrasador.
R/. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos porque
con tu santa cruz redimiste al mundo. Padrenuestro,
Ave María, Glora.
LA VERDAD • 43

