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EDUCACIÓN
SABER MANDAR:
LA FIRMEZA
―
ANDRÉS JIMÉNEZ ABAD
das y firmes, sepan serlo de forma natural y es-
pontánea. Pero lo más normal es aprender en la
n un modelo de educación personali- práctica, a menudo cometiendo errores y casi
zadora, que pretende ayudar en su siempre de forma costosa. Sin embargo, de nues-
maduración a niños y jóvenes fomen- tra firmeza de hoy dependerá directamente la
tando el desarrollo armónico de sus fuerza de voluntad y el autodominio de nuestros
capacidades, y orientarles a la verdad, hijos y alumnos mañana.
al bien y a la belleza, uno de los as- A veces la exigencia firme se distorsiona por
E pectos esenciales es el ejercicio de la exceso o por falta de claridad, y se cae en el rigo-
autoridad por parte del educador, que se traduce rismo autoritario. Y otras un extremo lleva a otro
en muchas ocasiones, lisa y llanamente, en saber y, por cansancio, por la influencia de un entorno
mandar. (Sí ya sé, que a ciertos oídos esto suena cultural hedonista o por falta de criterio, se cae en
algo fuerte, pero a lo mejor ello tiene que ver con la tolerancia excesiva. Tan malo es lo uno como lo
las carencias de nuestro sistema educativo y aun otro.
de la mentalidad socialmente dominante). La firmeza es la virtud por la que se mantiene
Se insiste mucho en distinguir la autoridad del el equilibrio, se dominan las reacciones y se su-
autoritarismo: que alguien tenga que hacer las peran las dificultades que sobrevienen. Es muy
cosas porque lo digo yo y punto, actitudes agresi- importante no confundirla con frialdad, dureza o
vas y de imposición, incluso acudir a ciertas for- inflexibilidad, y esto importa porque, si no se an-
mas de violencia, aunque sea verbal o emocional, da con cuidado, siempre se acaba haciendo daño
son actitudes que todos, con razón, consideramos y nunca ayuda. Por el contrario, la firmeza verda-
contraproducentes y rechazables. dera implica calma, energía y entereza. Explique-
Pero a veces por evitar un error se cae en el mos con algún detalle en qué consisten estas tres
opuesto, el del permisivismo, cediendo a capri- actitudes.
chos, chantajes emocionales, a la propia inseguri- Empecemos por la calma. Consiste en el do-
dad e incluso al cansancio. Cuando se llega can- minio de la situación; conlleva objetividad y ánimo
sado a casa del trabajo o de hacer la compra, por sereno. Es fuente de claridad en el juicio y en la
ejemplo, lo más sencillo es decir “sí” a cualquier decisión. Requiere dominio interior, comedimien-
capricho o ceder simplemente para tener la fiesta to en el gesto, la palabra y la mirada. Para ello es
en paz. Es todo un reto ser lo suficientemente pa- muy necesario el examen propio, el silencio refle-
cientes y fuertes como para decir “no” cuando xivo. Aquello de contar hasta cien… o más, si es
hay que decirlo, y hacerlo de modo que no se des- preciso. Conviene examinarse con regularidad
encadene una bronca que estropee más las cosas. para caer en la cuenta y enmendarse, si es preci-
La clave es la firmeza. Estamos ante una de so. No pasa nada por pedir perdón, al contrario.
las grandes virtudes del educador. Es posible que Algo más diremos aún, pero por los límites del
haya personas que por temperamento o por ha- espacio disponible lo dejamos para la siguiente
ber tratado de cerca con personas muy equilibra- ocasión. Calma. ❏
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