Page 40 - Laverdad_4344
P. 40

EDUCACIÓN








             SABER MANDAR CON


                      ENTEREZA (Y III)



                                                ―
                                  ANDRÉS JIMÉNEZ ABAD
                                                      nosotros, o por imponernos, sino porque busca-
                                                      mos el bien, lo justo, lo más conveniente.
                                                         Importante: es verdad que el educador ha de
                                                      cultivar determinadas actitudes y valores huma-
                    alma, energía y entereza en el ejerci-  nos para dar ejemplo. No puede decir una cosa o
                    cio de la autoridad al educar, venimos  pedirla a los demás si luego él mismo no la hace
                    diciendo. La entereza implica sereni-  vida propia. Pero, atención, no hay que esperar a
                    dad, un dominio de las propias emo-  “ser  perfecto”  para  orientar  y  exigir  educando.
                    ciones para pensar y decidir con tran-  Primero,  porque  nunca  llegaremos  a  la  perfec-
           C quilidad, sin perder el norte.           ción, y si esperamos a ser excelentes en aquello
              La firmeza puede exigir en ocasiones renun-  que pedimos o exigimos a otros, acabaremos por
           ciar al placer de sentirse amado. El educador de-  no mandar nada debido a nuestros fallos o limita-
           be amar, indispensablemente; pero nunca men-  ciones. Pensaremos, por ejemplo, que no debe-
           digar el cariño de los niños o jóvenes. Hace falta  mos pedir a nuestros hijos o alumnos que sean or-
           entereza para soportar con serenidad posibles  denados si nosotros no conseguimos serlo. Pero
           vacíos afectivos de parte del educando -porque a  no se trata de ser perfectos, sino de no cansarse
           nadie le agrada demasiado que le corrijan, ad-  nunca de luchar por llegar a serlo, de no rendirse
           mitámoslo-, e incluso el rencor momentáneo que  aspirando a mejorar en nuestros defectos y limi-
           se suscita en ellos al corregir o denegar alguna  taciones (el desorden en este caso). Si ellos nos
           cosa. Pero a la larga el educando terminará ad-  ven intentarlo una y otra vez, aunque nos cueste,
           mirando la rectitud del educador que supo hacer  entenderán que el orden es algo importante.
           lo que debía con abnegación, respeto y pacien-  El educador sólo podrá esperar de los niños y
           cia. Que no buscaba ser alabado o incluso co-  los jóvenes lo que a diario se esfuerza por con-
           rrespondido,  sino  el  crecimiento  y  superación  quistar sobre sí mismo. No porque haya triunfa-
           personal de aquel. Su bien.                do sobre sus defectos, sino porque no se cansa de
              Es importante procurar ponerse en el lugar  luchar para vencerlos. Ese no rendirse es ya el
           del hijo o alumno para intentar comprender cómo  mejor ejemplo. Se trata de una “lucha” consigo
           se siente y lo que de verdad necesita. “¿Cómo me  mismo, de intentar superarse. Es el arte de vol-
           hubiera sentado a mí si me dicen esto así?...” Ello  ver a empezar, de no cansarse nuca de estar em-
           nos ayudará a buscar una forma más “humana”  pezando siempre, sin perder el buen humor y la
           en el trato, aunque no por ello más “blanda”.  paciencia.
              Seguro que algunas veces meteremos la pata,  Además, estas limitaciones propias, reconoci-
           por exceso o por defecto. No dejemos de pedir  das pero combatidas, pueden ser un privilegiado
           perdón si hemos hecho daño al corregir o al or-  medio para comprender y acompañar a los hijos o
           denar (o al no hacerlo), y procuremos dejar claro  alumnos en sus reticencias, dificultades o cansan-
           el criterio e intentarlo de nuevo una y otra vez. No  cios. Se trata de “luchar” junto a ellos. No tanto
           se pierde con ello autoridad; al contrario, queda-  de  ser  admirable  cuanto,  sobre  todo,  de  ser
           rá bien claro que no actuamos por quedar bien  imitable. ❏


           40 • LA VERDAD
   35   36   37   38   39   40   41   42   43   44   45