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las gracias al pueblo de mi patria porque en él
he experimentado una y otra vez la belleza de
la fe. Rezo para que nuestra tierra siga siendo
una tierra de fe y les ruego, queridos compa-
triotas: no se dejen apartar de la fe. Y, por úl-
timo, doy gracias a Dios por toda la belleza
que he podido experimentar en todas las eta-
pas de mi viaje, pero especialmente en Roma
y en Italia, que se ha convertido en mi segun-
da patria.
A todos aquellos a los que he agraviado de al-
guna manera, les pido perdón de todo corazón.
Lo que antes dije a mis compatriotas, lo di-
go ahora a todos los que en la Iglesia han sido
confiados a mi servicio: ¡Manténganse firmes
en la fe! ¡No se dejen confundir! A menudo pa-
rece como si la ciencia -las ciencias naturales,
por un lado, y la investigación histórica (espe-
cialmente la exégesis de la Sagrada Escritu-
ra), por otro- fuera capaz de ofrecer resulta-
dos irrefutables en desacuerdo con la fe cató-
lica. He vivido las transformaciones de las
ciencias naturales desde hace mucho tiempo,
y he visto cómo, por el contrario, las aparen-
tes certezas contra la fe se han desvanecido,
demostrando no ser ciencia, sino interpreta-
ciones filosóficas que sólo parecen ser compe-
tencia de la ciencia. Desde hace sesenta años
acompaño el camino de la teología, especial-
mente de las ciencias bíblicas, y con la suce-
sión de las diferentes generaciones, he visto
derrumbarse tesis que parecían inamovibles y
mano, con la claridad de su juicio, su vigorosa resultar meras hipótesis: la generación liberal
resolución y la serenidad de su corazón, me ha (Harnack, Jülicher, etc.), la generación exis-
allanado siempre el camino; sin su constante tencialista (Bultmann, etc.), la generación
precederme y acompañarme, no habría podido marxista. He visto y veo cómo de la confusión
encontrar la senda correcta. de hipótesis ha surgido y vuelve a surgir lo ra-
De corazón doy gracias a Dios por los mu- zonable de la fe. Jesucristo es verdaderamen-
chos amigos, hombres y mujeres, que siempre te el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia,
ha puesto a mi lado; por los colaboradores en con todas sus insuficiencias, es verdadera-
todas las etapas de mi camino; por los profe- mente su cuerpo.
sores y alumnos que me ha dado. Con gratitud Por último, pido humildemente: recen por
los encomiendo todos a Su bondad. Y quiero mí, para que el Señor, a pesar de todos mis pe-
dar gracias al Señor por mi hermosa patria en cados y defectos, me reciba en la morada eter-
los Prealpes bávaros, en la que siempre he vis- na. A todos los que me han sido confiados, van
to brillar el esplendor del Creador mismo. Doy mis oraciones de todo corazón, día a día. ❏
LA VERDAD • 31