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sentirse ya unidos en el Señor de todos,    celebraciones  ecuménicas,  durante  el  mes  de
         aunque todavía no sea posible la procla-    enero, de aquellas Semanas de Oración por la
         mación de pertenencia plena a una comu-     Unidad y que congregaban a fieles de todas las
         nidad eclesial unida.                       denominaciones  cristianas.  Templos  abarrota-
            El Vaticano II, en el Decreto de Ecumenis-  dos, cambio de predicadores: el pastor protes-
         mo, afirmará solemnemente: «La conversión   tante predicando en la parroquia católica, el pá-
         de corazón y santidad de vida, juntamen-    rroco católico actuando en el templo evangéli-
         te  con  las  oraciones  privadas  y  públicas  co. Gentes entusiasmadas. Eran los años inme-
         por  la  unidad  de  los  cristianos,  han  de  diatos  al  Concilio.  Cuando  «lo  ecuménico»,  al
         considerarse como el alma de todo el mo-    menos para muchos católicos, era una feliz no-
         vimiento ecuménico, y con razón puede lla-  vedad y un descubrimiento sorprendente.
         marse ecumenismo espiritual» (UR 8).          Habían pasado aquellos primeros tiempos,
                                                     tiempos  audaces,  en  que  el  «Centro  Unidad
         ¿Todavía es necesaria la semana de ora-     Cristiana» de Lyon había comenzado a prepa-
         ción por la unidad de los cristianos?       rar el tema para la Semana en colaboración
         Recordamos el esplendor que acompañaba las  con la Comisión «Fe y Constitución», del Con-
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