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A FONDO
sejo Ecuménico de las Iglesias (Ginebra). Co-
laboración estrecha que se re-monta a 1958.
Después, el Vaticano II corroboraría totalmen-
te tales iniciativas llamando a la oración «al-
ma del movimiento ecuménico» (UR 8) y el Se-
cretariado para la Unidad —hoy Consejo Pon-
tificio para la Promoción de la Unidad de los
cristianos— comenzaba a trabajar conjunta-
mente con «Fe y Constitución» (1968) a la ho-
ra de preparar no ya sólo los temas, sino los
textos de la Semana de cada año.
La Semana ha contado con predicadores
insignes. Incluso cuando todavía no había ad- de ser considerada además como problema y
quirido la tradición que más tarde tomaría, como misterio. El problema exige siempre la
hombres como el dominico Yves Congar des- investigación, el análisis arduo, el método co-
arrollaron en los años treinta una intensa ac- rrecto, el planteamiento acertado. En esa ta-
tividad en el terreno del ecumenismo espiri- rea radica lo que se ha dado en llamar el ecu-
tual —predicando en numerosas ciudades menismo doctrinal. Los grupos mixtos de
francesas durante la Semana—, aunando la diálogo teológico de las diferentes Igle-
espiritualidad y la doctrina teológica del ecu- sias llevan ya un largo trecho recorrido,
menismo. ¿Qué ha pasado hoy cuando la Se- muy arduo, pero lleno de esperanzas y con
mana de Oración parece que ha perdido el in- resultados tangibles como es, por ejemplo,
terés que despertara en decenios anteriores? la Declaración Conjunta Luterano-Católi-
La pregunta debería hacer pensar sobre lo ca sobre la Doctrina de la Justificación
que es y no es esa Semana en la que tantas es- por la Fe (octubre 1999). Los responsables di-
peranzas se han puesto. No es, ciertamente, rectos del problema ecuménico, considerado
una devoción más: No trata de temas acciden- como lo hemos planteado, son, en general, los
tales sobre los que discrepar o pasar de ellos. jerarcas y los teólogos de las Iglesias. En cam-
Es, por el contrario, un tiempo fuerte —no un bio, el misterio de la desunión cristiana invita
tiempo litúrgico— en el que aspectos funda- sobre todo a la comunión, a la entrada en él
mentales de la Iglesia se ponen delante del Se- por medio de la actitud de apertura confiada
ñor para que se realice visiblemente lo que él para dejarse impregnar por quien nos tras-
pidió al Padre con tanta insistencia en la ora- ciende a todos. Y en este terreno, en el del
ción sacerdotal. La Semana de Oración es el misterio, los responsables son todos los cris-
momento en el que la obediencia que las Igle- tianos, todo el pueblo de Dios, que intuye que
sias deben a Cristo respecto a ser uno «para por medios humanos la unidad parece inal-
que el mundo crea» se hace plegaria humilde canzable. Por eso se abre a la plegaria y se de-
y esperanzada. La espiritualidad de la Semana ja llevar por el Espíritu que sopla donde quie-
hace que la tarea (lo que los cristianos y sus re y dirige a todos hacia donde quiere.
Iglesias deben trabajar en orden a la restaura- La Semana de Oración por la Unidad
ción de la unidad) se ponga bajo la perspectiva de este año tiene como lema un texto to-
del don (sabiendo que la unidad finalmente es mado del profeta Isaías: “Haz el bien y
más don divino que realización humana). busca la justicia” (Is.1,17). Un texto que nos
Se sabe que la cuestión ecuménica, susci- ayuda a comprender que la vivencia de la fe
tada por la división de los cristianos en cuan- debe ir siempre acompañada por una praxis
to desobediencia a la voluntad de Cristo, pue- coherente con aquello que se profesa. El culto
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