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manidad. En el verso 40 describe cómo su súpli-
                                                     ca le complacía a María, así que puede contem-
                                                     plar la esencia de la divinidad: “luego a la eterna
                                                     luz se dirigieron, en la que es impensable que pe-
                                                     netre tan claramente el ojo de ninguno. Y yo que
                                                     al final de todas mis ansias me aproximaba, tal co-
                                                     mo debía, puse fin al ardor de mi deseo.” Como
                                                     podéis comprobar Dante es una ráfaga de luz y de
                                                     esperanza para nuestros días tan propicios a ca-
                                                     minar entre la niebla.

                                                        Ahora éste, que de la ínfima laguna
                                                        del universo, ha visto paso a paso
         la Madre de Dios. San Bernardo empieza así:    las formas de vivir espirituales,

            «¡Oh Virgen Madre, oh Hija de tu hijo,      solicita, por gracia, tal virtud,
            alta y humilde más que otra criatura,       que pueda con los ojos elevarse,
            término fijo de eterno decreto,             más alto a la divina salvación.


            Tú eres quien hizo a la humana natura       Y yo que nunca ver he deseado
            tan noble, que su autor no desdeñara        más de lo que a él deseo, mis plegarias
            convertirse a sí mismo en su creación.      te dirijo, y te pido que te basten,

            Dentro del vientre tuyo ardió el amor,      para que tú le quites cualquier nube
            cuyo calor en esta paz eterna               de su mortalidad con tus plegarias,
            hizo que germinaran estas flores.           tal que el sumo placer se le descubra.

            Aquí nos eres rostro meridiano              También reina, te pido, tú que puedes
            de caridad, y abajo, a los mortales,        lo que deseas, que conserves sanos,
            de la esperanza eres fuente vivaz.          sus impulsos, después de lo que ha visto.

            Mujer, eres tan grande y vales tanto,       Venza al impulso humano tu custodia:
            que quien desea gracia y no te ruega        ve que Beatriz con tantos elegidos
            quiere su desear volar sin alas.            por mi plegaria te junta las manos!»

            Mas tu benignidad no sólo ayuda             Los ojos que venera y ama Dios,
            a quien lo pide, y muchas ocasiones         fijos en el que hablaba, demostraron
            se adelanta al pedirlo generosa.            cuánto el devoto ruego le placía;

            En ti misericordia, en ti bondad,           luego a la eterna luz se dirigieron,
            en ti magnificencia, en ti se encuentra     en la que es impensable que penetre
            todo cuanto hay de bueno en las criaturas.  tan claramente el ojo de ninguno.

            La segunda parte es una súplica para que pue-  Y yo que al final de todas mis ansias
         da ver lo no permitido a la mirada humana y me-  me aproximaba, tal como debía,
         moria y palabras para poder contárselo a la Hu-  puse fin al ardor de mi deseo.


                                                                                     LA VERDAD • 39
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