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LITERATURA
MUERTE
DE MELIBEA
―
SANTIAGO ARELLANO
l auto xx de la obra está destinado a
presentarnos la muerte de Melibea.
Es sin duda uno de los pasajes más
dramáticos de la Literatura española.
Una hija explica a su padre (Pleberio)
los motivos que le llevan a suicidarse.
E Terminado el alegato, se arroja desde
lo alto para acabar su vida de modo semejante a placer. Todo en el marco existencial celestinesco
como había muerto Calisto, con una diferencia en que la natura huye lo triste y apetece lo delei-
que Calisto muere como saltaparedes por un ac- table. Sin embargo, a Melibea no le importa per-
cidente no previsto y Melibea por decisión vo- der con su muerte el confortable estilo de vida,
luntaria. Inmersa en el dolor, forzada por el sen- bienestar que la riqueza de sus padres le garanti-
timiento de ausencia del amado, dispone su sui- za. Considera en nada la buena educación que ha
cidio con lucidez suficiente, a pesar del dolor recibido en su casa. Antes de morir le confiesa a
que va a causar a sus padres. Es el primer suici- su padre: “Algunas consolatorias palabras te diría
dio en la literatura castellana. Suicidio descora- antes de mi agradable fin, colegidas y sacadas de
zonador que nos permite descubrir las conse- aquellos antiguos libros que tú, por más aclarar
cuencias que desencadena el atrevido modo de mi ingenio, me mandabas leer, sino que ya la da-
satisfacer la pasión amorosa de Calisto y las ar- ñada memoria con la gran turbación me las ha
tes de la astuta Celestina. El mismo criado Pár- perdido, y aun porque veo tus lágrimas mal sufri-
meno dice proféticamente “estos amores han de das descender por tu arrugada faz”. Conserva lu-
terminar en luto.” cidez suficiente para pedir a su padre que se cui-
No es indiferente la opción elegida para lle- de de su cuerpo y que lo entierre junto a la tum-
nar el curso de nuestra vida. Es aleccionador con- ba de Calisto. Cuenta su amor y recuerda que su
siderar las causas y sus consecuencias. ¿Es pre- amado murió sin confesión. Ella en sus palabras
cursora la muerte de Melibea del alarmante sui- no manifiesta ni arrepentimiento ni dolor. Enco-
cidio juvenil en nuestro tiempo? No lo echemos en mienda a Dios a sus padres. Sabe que en su en-
saco roto. Si el fracaso, en el tipo de amor plante- tierro han de sonar las campanas fúnebres de la
ado por Calisto, con un nuevo amor: Un clavo sa- iglesia. Las últimas palabras las pronuncia cuan-
ca otro clavo. ¿Por qué se suicida? Es verdad que do ya está cayendo. Entonces ofrece su alma a
Fernando de Rojas en el auto xIV nos presenta en Dios y pide de nuevo a su padre que ponga en co-
escena el momento en que Melibea pierde su vir- bro su cuerpo. Esto nos lo dice sin alaridos ni gri-
ginidad y que antes de su muerte confiesa que tos mientras cae de lo alto: “que ya baja”. Escalo-
ojala hubiera tenido más tiempo para gozar del friante. Supongo que al leer la obra los contem-
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