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La Celestina
Pleberio.— Hija mía Melibea, ¿qué haces sola? ¿Qué es tu
voluntad decirme? ¿Quieres que suba allá?
Melibea.— Padre mío, no pugnes ni trabajes por venir a
donde yo estoy, que estorbarás la presente habla que te
quiero hacer. Lastimado serás en breve con la muerte de tu
única hija. Mi fin es llegado, llegado es mi descanso y tu
pasión; llegado es mi alivio y tu pena; llegada es mi
acompañada hora y tu tiempo de soledad. No habrás,
honrado padre, menester instrumentos para aplacar mi
dolor, sino campanas para sepultar mi cuerpo. Si me
escuchas sin lágrimas, oirás la causa desesperada de mi
forzada y alegre partida………(Cuenta Melibea sus amores
con Calisto y su trágico final. Escuchamos su voz de
lamento)
Cortaron las hadas sus hilos, cortáronle sin confesión su
vida, cortaron mi esperanza, cortaron mi gloria, cortaron mi
poráneos creyentes sentirían compañía. Pues ¿qué crueldad sería, padre mío, muriendo él
un toque de conciencia sobre la despeñado que viviese yo penada? Su muerte invita a la
buena muerte. mía. Convídame y fuerza que sea presto, sin dilación;
Me uno a los que conside- muéstrame que ha de ser despeñada, por seguirle en todo.
ran que Melibea, cualquiera No digan por mí ‘a muertos y a idos...’ E así contentarle he
que fuese el origen de su amor en la muerte, pues no tuve tiempo en la vida. ¡Oh mi amor
–bien por artes de hechicería y y señor Calisto, espérame, ya voy! ¡Detente, si me esperas!
brujería o simplemente por el No me inculpes la tardanza que hago, dando esta última
curso normal de un idilio amo- cuenta a mi viejo padre, pues le debo mucho más. ¡Oh
roso- se ha enamorado de Ca- padre mío muy amado, ruégote, si amor en esta pasada y
listo no como pasatiempo, sino penosa vida me has tenido, que sean juntas nuestras
como razón de vivir y en conse- sepulturas, juntas nos hagan nuestras exequias. Algunas
cuencia como razón de morir. consolatorias palabras te dirían antes de mi agradable fin,
Quizás nos llame la aten- colegidas y sacadas de aquellos antiguos libros que tú, por
ción el lenguaje culto en una si- más aclarar mi ingenio, me mandabas leer, sino que ya la
tuación familiar tan dura. La dañada memoria con la gran turbación me las ha perdido, y
Celestina es un prodigio en el aun porque veo tus lágrimas mal sufridas descender por tu
dominio de las distintas modali- arrugada faz. Salúdame a mi cara y amada madre; sepa de
dades de lenguaje. Lo mismo la ti largamente la triste razón porque muero. Gran placer
coloquial que la culta, tan lati- llevo de no la ver presente. Toma, padre viejo, los dones de
nizante como la del cordobés tu vejez, que en largos días, largas se sufren tristezas.
Juan de Mena. No necesaria- Recibe las arras de tu senectud antigua, recibe allá tu
mente vinculados al nivel so- amada hija. Gran dolor llevo de mí, mayor de ti, muy mayor
cial. Celestina o los criados de mi vieja madre. Dios quede contigo y con ella. A Él
cambian de registro según la ofrezco mi ánima. Pon tú en cobro este cuerpo que allá
condición del interlocutor. Pero baja.”
esto es otra cuestión. ❏
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