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LITERATURA









                              AREUSA UN


                    PRECEDENTE SIN



                             PARANGÓN


                                                ―
                                    SANTIAGO ARELLANO





                    s discusión habitual entre los estudio-
                    sos de La Celestina acerca de si Fer-  tal modo de amar, no me cabe la menor duda. Yo
                    nando de Rojas tiene o no una inten-  no digo que el judío converso hiciese un canto a la
                    ción  moralizante.  Las  declaraciones  moral católica. En la obra la religiosidad que des-
                    del autor desde el prólogo inicial a las  cribe es más como fenómeno social (suenan las
                    coplas finales no dejan lugar a dudas.  campanas al amanecer y hasta Calixto asistirá a
           E Pretende  denunciar  las  consecuen-     esa misa pero por si ve a Melibea) y cuando un
           cias de los modos de amar de los Calisto en cola-  personaje  pronuncia  Dios  mío  más  parece  una
           boración con las malas artes de Celestina. No me  muletilla de asombro que una oración. Los frutos
           sirven las explicaciones que justifican las abiertas  de la reforma de Cisneros se van recogiendo len-
           declaraciones de Rojas por miedo a la Inquisición.  tamente. La religiosidad como encuentro perso-
           Las referencias a la degradación del clero y de las  nal con Dios no se manifiesta hasta el 2º Renaci-
           órdenes religiosas está presente en El Libro de  miento  y  de  manera  privilegiada  con  nuestros
           buen amor, en el Rimado de palacio y qué os diré  místicos. Pero ¿por qué no reconocerle al autor
           en obras posteriores como la Lozana andaluza o  como moralista  cívico y laico, al servicio de las
           el mismo Lazarillo de Tormes que sortearon fun-  gentes del futuro y de las venideras? Así lo he vis-
           damentalmente  al  temido  tribunal.  Debo  aludir  to siempre.
           sin embargo que la obra fue juzgada deplorable  Uno  de los personajes descritos por Rojas con
           nada menos que por Luis Vives, un Fray Luis de  admirable  perspicacia  sicológica  es  Areúsa.  La
           León  y cronológicamente un Antonio de Guevara.  primera mujer en la literatura que pasa de Dios y
           Reprobaron toda literatura que pudiera incitar las  de la religión sin ni si quiera plantearse la cues-
           pasiones y en este caso la lascivia. Hubo  moralis-  tión. Una chica joven y liberada de toda norma,
           tas que salieron en su defensa al ver que el des-  más cercana a nuestro tiempo que a los persona-
           enlace trágico advierte de los peligros que pue-  jes que bullen en la obra. Está fuera de todo códi-
           den amenazar a cualquier ser humano, en espe-  go y norma social y, con más evidencia de todo
           cial a  la juventud. Los defensores en general ad-  principio moral. La vimos en el acto séptimo en-
           vierten que debe tenerse en cuenta la madurez  tregarse a Pármeno, hábilmente seducida por Ce-
           del lector y en todo caso dirigida su lectura por  lestina. Ahí conocimos su juventud, su belleza cor-
           una persona capaz de sortear estos peligros. Co-  poral y un poco de su habilidad verbal. Pero es en
           mo dice el autor Celestina despierta Lujuria has-  el  auto  noveno  cuando  nos  presenta  unretrato
           ta en las piedras. Que Rojas intenta a su tiempo y  admirable, una  persona lúcida que tiene muy cla-
           al venidero de las amenazas trágicas que supone  ro que el secreto de vivir en este mudo es no te-


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